viernes, 24 de agosto de 2007

"FORJA y el problema universitario" (julio de 1943)

Documento de la Organización Universitaria de FORJA, publicado en la "Colección Folletos de FORJA", Nro. 2:

"Es imperioso advertir que el problema universitario no constituye para nosotros una parcialidad que pueda enfocarse puramente como cuestión pedagógica, sino como elemento histórico, sin duda sustancial, en la elaboración del destino argentino... Demasiado sabemos en qué medida es esta Universidad madre de las corrupciones, adoctrinamientos y complicidades que han llevado el país a la situación presente de colonialismo económico y cultural... En la deliberada desviación de la inteligencia argentina y en la frustración de sus mejores intentos, la Universidad ha tenido parte principal. Se ha desenvuelto de espaldas al país, ajena a su drama y a la gestación de su destino. Costeada y mantenida por el esfuerzo de todos los argentinos, movió a las sucesivas promociones a buscar en el título profesional la satisfacción -cada día más problemática- de la propia comodidad... Se encargó de preparar los expertos de la entrega, elaborando una mentalidad dócil a las desviaciones jurídicas en que se sustenta la modalidad depredatoria de las leyes y contratos que enajenaron la soberanía económica de la nación, poniendo a disposición de los monopolios y trusts los alumnos que se destacaban en aptitudes técnicas para que fueran utilizados en contra del pueblo argentino, y haciendo de sus cátedras el puntal doctrinario de todas las tesis del entreguismo... Universidades, Empresas y Política, se complementaban en una misma obra antinacional, a la que la primera dotaba de los maestros y de las doctrinas de engaño, la segunda de los medios de soborno, y la tercera de los medios de ejecución...


"La presencia del estudiante como parte viva y directora de la Universidad, no es mera cuestión adjetiva. Es principio sustantivo en que radica toda posibilidad de comunicar la fragmentación universitaria con el estilo auténtico de la Nación, y el medio de proyectarla continentalmente para la realización de la comunidad espiritual, sobre la que construirá una auténtica política internacional argentina... Toda tentativa de eliminación del estudiante en la dirección de la Universidad, favorecería la contrarrevolución que viene sustentando, desde lo más antiguo de nuestra historia, las fuerzas de oposición al pueblo, que son, en el gobierno de la Universidad como en el país, los dóciles mandatarios del interés extranjero... Temer al estudiante es temer al país..."

miércoles, 15 de agosto de 2007

Universidad y Planificación: el Departamento Central de Planificación, UNLP, 1973-1974 (Carlos Sozzani)

El documento “Bases para la Nueva Universidad” fue elaborado en los primeros años de la década del 70 y se constituyó en el programa de transformaciones impulsadas en la Universidad Nacional de La Plata en los años 1973 y 1974, tras la asunción de Cámpora como presidente de los argentinos.

El proyecto planteaba centralmente que la ciencia, la enseñanza y la investigación debían estar vinculadas a las demandas y objetivos nacionales, “… por cuanto la Universidad que queremos es parte inseparable del país que anhelamos; en él se inspira, en él se inserta y a él sirve.”

Una de sus principales propuestas era la creación del “Departamento Central Docente de Planificación, Investigación y Enseñanza Superior”, el cual era considerado “… el núcleo central y basamento de la Nueva Universidad”. Tenía por fin concentrar el poder planificador de la investigación y la enseñanza, y entre sus objetivos estaban el de “… receptar las necesidades nacionales en torno a la actividad universitaria y poner a esta en función de aquella.” Dicho organismo incorporaría representantes extrauniversitarios en función de lograr una mayor eficacia para servir a los intereses nacionales.

También se planteaba la creación de grupos de trabajo interdisciplinario, que llevarían adelante los proyectos de investigación propuestos, y en los cuales darían su experiencia estudiantes y egresados como requisito obligatorio. En este sentido, en el mismo documento se afirmaba que “… los estudiantes dejarán de ser sujetos extraídos temporariamente de la sociedad nacional para cumplir un proceso educativo que empieza y termina al margen de la misma, para asumir íntimamente tareas creativas de aquella, como experiencia práctica fundamental y determinante de su formación política, cultural, científica y técnica.” Coordinaría los proyectos de investigación un Instituto Central de Investigación, que se vincularía con organismos estatales y demás estructuras universitarias.

Esta propuesta se inscribía en una concepción de la enseñanza que afirmaba el derecho de toda la población a acceder a la educación, por lo tanto, sus estructuras y mecanismos deberían articularse “… de manera tal que progresivamente le permitan acercarse al ideal de llegar a todos los habitantes de la nación.” Y haciendo referencia a la necesidad de romper el cerco que cierra a la universidad en sí misma, proponía que la enseñanza se realizara todo lo más posible sobre el objeto que se deseaba aprehender y en el cual iban a incidir sus frutos, esto es, la sociedad nacional. Al respecto agregaba: “Por lo tanto, la enseñanza no puede ser sino un aprendizaje y un entrenamiento que se desarrolle en el seno mismo de la actividad creadora y productiva de la Sociedad Nacional.” De esta manera, la universidad debía exclaustrarse, “… llegando con contingentes de sus integrantes a todos los sectores donde se desarrollen actividades sociales, económicas, políticas, administrativas, etc., de las cuales tenga algo que extraer y para actuar sobre ellas, mejorándolas o aumentando su índice de eficacia social.” La consigna era “… convertir a todo el país en el escenario de la enseñanza…”

El Departamento Central de Planificación (DECEPLA) fue creado y puesto en marcha mediante la Resolución N 608/73 firmada el día 20 de julio de 1973 por el interventor, el Secretario de Asuntos Académicos Guillermo Cendagorta, y el Secretario de Supervisión Administrativa Rodolfo F. Achem. Carlos Miguel fue designado director de este organismo.

Si bien la experiencia de implementación del Proyecto de Nueva Universidad tuvo una breve duración, ya que fue interrumpida violentamente en octubre de 1974 con el asesinato de Rodolfo Achem y Carlos Miguel, podemos considerar que implicó una ruptura sustancial con relación al viejo modelo reformista liberal. Destacamos aquí dos de sus principales características innovadoras. La primera de ellas, la incorporación efectiva de la idea de planificación, expresada en el Departamento Central de Planificación, desde el cual se impuso “… la centralización y planificación como control del conjunto frente a la decisión anárquica e individual de los ‘dueños del conocimiento’.” Se partía de considerar a la universidad como un todo único, frente al concepto de la vieja universidad que se expresaba a través de la estructura de cátedra, independientemente de toda política común.

La obligatoriedad de realizar tareas de investigación como requisito para la graduación es el otro elemento saliente del proyecto. Esto implicaba trastocar la concepción liberal de la ciencia, y las formas organizativas que se deducían de la misma: “… los equipos de investigación tenían que ser abiertos, no cerrados como son ahora… El estudiante tenía que ir haciendo práctica y experiencia de investigación e integrarse a los equipos de investigación.” Esta cuestión tenía una dimensión política: la vinculación de los estudiantes con la realidad y las problemáticas nacionales; pedagógica: la integración del conocimiento teórico y la vinculación temprana a la investigación; y social: los aportes producidos por investigaciones vinculadas al desarrollo social y productivo del país devolvían a la sociedad el trabajo que ésta invertía en el sostenimiento de la universidad.

“Las medidas aisladas, sin contexto global, los programas segmentados sin visión de conjunto, los dimensionamientos meramente cuantitativos y geográficos sin esquemas de unidad global ni ponderación de recursos humanos y financieros, la prevalencia de una tecnocracia vacía por falta de objetivos, la adopción de resoluciones presionadas por impulsos circunstanciales de intereses sectoriales…”(1), todo esto sigue aún hoy caracterizando al ámbito universitario. Tal vez sea tiempo de abrir verdaderamente la universidad a la posibilidad de vertebrarse en toda su potencialidad en función de proyectos integrales, sobre la base del debate y la voluntad de construir consensos que reflejen la diversidad y la proyecten en una orientación real y sistemática hacia el desarrollo social, cultural y productivo de nuestra patria.


(1) Cámpora, H. La Revolución Peronista, EUDEBA, Buenos Aires, 1973, pp. 158-159.

Este texto está extraído del trabajo "Bases para la Nueva Universidad: la experiencia nacional y popular en la UNLP 1973-1974" de Carlos Sozzani, agosto de 2007.

viernes, 10 de agosto de 2007

LA POSTURA DE SOCIALES, EXACTAS, ARQUITECTURA Y FILO (Página 12, 10 de agosto de 2007)

“Táctica le ganó a política”
Los “4 Decanos” criticaron el rol de la FUBA y la salida de los consejeros, que derivaron en la suspensión de la asamblea.


Por Julián Bruschtein

“Lo que se vio en la asamblea fue, claramente, por un lado un intento para transformarla en una declaración contra el gobierno nacional y, por el otro, una fuerte manifestación de conservadurismo”, dijo a Página/12 el vicerrector de la UBA, Jaime Sorín, apuntando sucesivamente contra la izquierda estudiantil y contra el bloque de mayoría en la universidad, hegemonizado por consejeros radicales y aliados. La inconclusa sesión convocada para reformar el estatuto de la UBA dejó un sabor amargo en la boca de muchos de los asambleístas. Frente a las posiciones tomadas por el rector Rubén Hallú y por la FUBA, el espacio de centroizquierda encabezado por los “4 Decanos” difundió ayer su lectura de los hechos y la postura que tomará ante la próxima asamblea, que seguramente tendrá fecha y nueva sede el miércoles que viene, cuando se reúna el Consejo Superior de la universidad.

Mientras el lunes pasado, durante la asamblea, eran blanco de las críticas y los silbidos de los militantes estudiantiles de izquierda, y mientras consejeros de la mayoría dejaban la sesión sin quórum, el espacio formado por las facultades de Ciencias Exactas, Filosofía y Letras, Arquitectura y Ciencias Sociales se mantenía en sus asientos, esperando para poder abrir el debate por la reforma estatutaria que, finalmente, nunca llegó. “Lo importante, lo fundamental es poner el acento en lo que no hubo: debate, discusión, planteo de posiciones y búsqueda de consensos. La táctica le ganó a la política. Y por todo eso que no hubo debemos preguntarnos hoy si todo eso que hubo también va a ganarle a lo que debe haber, es decir, al espíritu real de reforma”, señalaron a través de un documento firmado por Jorge Aliaga, Hugo Trinchero, Jaime Sorín y Federico Schuster, decanos de las facultades citadas, respectivamente.

“Desde hace tiempo venimos escuchando a quienes se llenan la boca con palabras grandilocuentes y un énfasis envidiable sobre la imperiosa necesidad de que la UBA reforme su Carta Magna –continúa el texto de los “4 Decanos”–. Desde hace algún tiempo también, venimos observando cómo otros hacen los gestos formales para indicar que consideran necesario y oportuno que la universidad más grande el país modifique sus estatutos. Sin embargo, las palabras y los gestos no sirven de absolutamente nada cuando se dan de patadas con el accionar político. El lunes hubo quienes vociferaron discursos vacíos y hubo otros que literalmente vaciaron el recinto”.

Para Sorín, “es equivocada la posición de los chicos de la FUBA. La forma en la que plantean las cosas termina convirtiéndolas en un hecho no universitario. Porque politizan tanto sus intervenciones, que las llevan a un plano en contra del gobierno nacional. Si quieren dar una batalla contra el Gobierno, éste no es el lugar”, dijo a este diario. “Pero también hay sectores que no quieren que se modifique el estatuto. No quieren poner a la universidad en otro camino, no pretenden cambiarlo porque no quieren que cambie nada”, graficó, apuntando contra los consejeros que se retiraron y generaron la suspensión de la sesión.

También consultado por este diario, el decano Jorge Aliaga consideró sorpresiva la reacción de los asambleístas que se retiraron del aula magna del Nacional Buenos Aires, porque “ellos siempre se mostraron dispuestos a asistir y votar”. Sobre el rol de la FUBA resaltó que para “convivir en democracia hay que conocer las reglas y moverse sobre ellas. Si te cambian el eje, parece que te están corriendo el arco permanentemente. Y esto puede hacer que se caiga en la trampa de utilizar la democracia únicamente para lo que a uno le sirve”.

El miércoles próximo, cuando el Consejo Superior se reúna, los “4 Decanos” presentarán una serie de propuestas sobre la organización de la nueva asamblea que, según aseguró el rector Hallú, se haría el primer lunes de septiembre y en una facultad, ya no en el Nacional de Buenos Aires.

“Un mejor vallado entre el público y los asambleístas, y el compromiso de reglamentar el inicio, receso y finalización de la asamblea” son algunas de las ideas, así como “el tratamiento de la reforma estatutaria únicamente”, para –como plantearon en el documento conjunto– “que la próxima vez que la asamblea se reúna nadie tenga que detenerse en los detalles, en los alaridos y en las apariencias. Para que no se vacíen los recintos. Para que no se vacíen los discursos”.

jueves, 9 de agosto de 2007

Recuperando la experiencia del Proyecto Maciel (Entrevista a Juan Carlos Marín) *

Cuéntenos algo del Proyecto Maciel...

Lo que hicimos fue tratar de crear una experiencia piloto, para que allí pudiéramos realizar experiencias y generalizarlas. La idea era el concurso de prácticas entre todas las fuerzas; intelectual, tecnológica de la Universidad volcada a una experiencia. En ese momento la localización fue la isla Maciel. Pero simultáneamente fuimos lanzando trabajos con organizaciones sindicales, de apoyo, de la logística necesaria de un organismo sindical en su lucha; tratamos de ver de qué manera, con que práctica los podíamos ir apoyando.

La experiencia más crucial fue la de Luz y Fuerza y la otra de construcciones navales. Este último, en ese período, 57/58, entró en una famosa huelga por tiempo indeterminado. La primera investigación que hacemos en Sociología, justamente, la hicimos sobre esa huelga, es decir, tratar de desentrañar el carácter ideológico, social, militante que tenía ese sindicato en la lucha social en la que ellos se habían embarcado. Ese trabajo está publicado en estructuras sindicales, un libro que te da una nueva visión. Incluso la base de esa investigación se dio inicialmente en el ciclo básico en los cuadernos de teoría del Estado, etc.

Y con la federación argentina de trabajadores de luz y fuerza lo que hicimos fue apoyarlos a ellos en la investigación acerca de costo de vida. La investigación esta fue la que permitió, muchos años después al INDEC, instituto nacional de censos del estado, empezar a hacer los estudios sobre costo de vida, canasta familiar, etc.

Son experiencias que son fáciles señalarlas, pero la construcción fue de una enorme complejidad.

¿En que contexto dentro de la Universidad comienza a organizarse el Departamento de Extensión Universitaria?

En términos cuantitativos, por supuesto, era una Universidad no tan compleja como la de hoy en día; era una Universidad de unos 50.000/80.000 alumnos a lo sumo; era una Universidad donde había una relación cuantitativa docente/alumno bastante favorable. Y además, era un momento de máxima creatividad, o sea, no había grandes experiencias acerca de que era la extensión universitaria, había que inventarla.

Isla Maciel fue una especie de planta piloto, ahí íbamos captando demandas, y organizamos la posibilidad de que la Universidad las enfrentara.

La experiencia de extensión marcó a fuego a 2 o 3 generaciones. Yo creo que los marcó porque demostró que la realidad se puede cambiar, pero hacia falta construir una fuerza moral que fuera capaz también de expresarse materialmente. Esto era de una complejidad enorme; esto era lo que íbamos descubriendo nosotros, no era que lo sabíamos desde el punto de partida. En el punto de partida, uno se tiraba al agua, sin saber nadar. Y ahí fuimos aprendiendo todo.

¿Cómo era la dinámica de este trabajo “extensivo”?

Empezamos a trabajar en el barrio a partir de la ayuda extraescolar. Las necesidades, después, te llevan por delante; te empezás a encontrar con pibes que se te caen por el hambre, con mujeres desesperadas porque les pega el marido. Las demandas se te caen encima, no tenés que ir a buscar mucho. Si sos una persona relativamente sensible, no te haces el boludo, empezás a pensar de dónde sacas fuerza para empezar a hacer algo.

¿Cómo se entendía la relación extensión-docencia-investigación?

Muchos de los problemas que esta gente tenía, la Universidad no sabía cómo resolverlos. Tenía que aprender a ver cómo, y eso es de una enorme complejidad. Por ejemplo, armar la cooperativa de vivienda, cómo lograr una planificación económica que la hiciera viable, a partir de una extrema pobreza.

Había cátedras que destinaban parte de su equipo docente a la experiencia. Y según fuera el tipo de tema o problema, suponía una adaptación por parte de la cátedra. Las investigaciones más sustantivas fueron de medicina y de sociología.

Fue una experiencia fugaz, 10 años no son casi nada. Sobretodo cuando viene el gobierno de Onganía y desaparece esa experiencia.

El objetivo hacia dentro de la Universidad era que la Universidad tuviera una relación permanente con el medio social, en particular con los sectores más desfavorecidos. Por que la otra forma de relación, con los sectores más favorecidos la tenía normalmente. Nosotros lo que queríamos eran romper el clima del privilegio universitario. Ese era la idea-fuerza más importante, era una lucha contra el privilegio. Nuestro programa, por eso, era esencialmente político; era tratar de que la Universidad tuviera una articulación con los sectores más desfavorecidos.

Habiendo pasado tanto tiempo desde aquella experiencia, ¿que evaluación hace al respecto?

La fugacidad de la experiencia fue el elemento más disipador, lleva muchos años ir desentrañando para cada una de las carencias y necesidades, distintas alternativas de resolución. Hace falta más tiempo para lograr acumular experiencias y poder generalizar.

Nosotros teníamos que luchar internamente en la Universidad todos los días para que la experiencia se mantuviera, porque si bien éramos un gran elemento de convocatoria, también en la lucha interna por la política universitaria había sectores que por supuesto no estaban de acuerdo con esa experiencia. Y nosotros teníamos que luchar en muchos frentes con el arma del movimiento estudiantil para mantener la experiencia y prolongarla.


(*) Publicada en Revista del Seminario “Universidad, Proyecto Nacional y Estado”, Número 1, Septiembre/ Octubre 2004.

viernes, 3 de agosto de 2007

Propuestas y fundamentos que elevaremos a consideración de la Asamblea Universitaria del 6 de agosto

Antecedentes:
Los distintos miembros y grupos que componen la comunidad universitaria son tributarios de tradiciones institucionales y políticas de las más diversas.

También se reconocen en prácticas académicas y organizativas del dictado de la docencia, de investigación y de cumplimiento de su función social muy dispares entre sí. Lo propio se da al analizar los modos en que se recorren las tramas curriculares, si existen estructuras departamentalizadas o no, si existen autoridades de carreras o no cuando una misma facultad tiene más de una, si se mantiene la estructura de cátedra y cómo ellas están compuestas, sobre todo a la hora de enfrentar el acto educativo por excelencia que es el acto docente.

Por supuesto, esto configura una trama de identidades cruzadas basadas en idearios de la política universitaria, por las disciplinas científicas y profesionales, y en muchos casos por identidades partidarias externas a la vida de la universidad.

En este cuadro, contextualizado por el sempiterno atraso en la convocatoria a la asamblea universitaria tantas veces prometida, una situación económica por todos reconocida como de extrema dificultad y los procesos resultantes del complejo año 2006 en el seno de la UBA, nuestro sector político pone a consideración de la comunidad en general una serie de propuestas estatutarias tendientes a reconocer en la letra un fuerte espíritu de vocación universitaria.

El que lleve a la UBA a ser una casa de estudios de excelencia y masiva, que se inserte en la sociedad de la que se nutre y la mantiene, dialogando con ella de modo coordinado, que reconozca que tiene un deber que cumplir garantizando el derecho a la educación permanente para formar profesionales cabales, con pensamiento crítico y compromiso social, orientados en el respeto y promoción de los derechos humanos y el cuidado de nuestro hábitat.

Hubiéramos preferido una participación más masiva, que diera cuenta de la existencia de un demos universitario comprometido e insuflado de espíritu polémico en beneficio de la universidad. Sin embargo, las comisiones de trabajo han cumplido con su labor en forma metódica y minuciosa. Atendiendo a la totalidad de las problemáticas que un estatuto puede ofrecer. Rescatamos, por lo tanto, como un hecho altamente positivo que se convocara a trabajar a las comisiones de la asamblea, que las mismas se reunieran y discutieran el estatuto, y que cumplida esta etapa se convoque a la asamblea universitaria para analizar el trabajo realizado.

Con fuerte vocación de miembros universitarios, ofrecemos nuestras propuestas para debatir en forma abierta, democrática, invitando a que quienes no piensan igual que nosotros tengan la misma generosidad que queremos tener a la hora de establecer un marco institucional que dentro de décadas nos permita sentir orgullo porque habremos estado a la altura del desafío de la hora.

En concreto, y de acuerdo a los tópicos con los que las comisiones han sido convocadas, estas son nuestras propuestas:

En materia de bases y fundamentos de la Universidad de Buenos Aires, estamos proponiendo que la UBA tenga como fines la creación, producción, difusión y preservación del conocimiento y la cultura, interactuando en forma permanente con el pensamiento universal y prestando particular atención a los problemas argentinos y latinoamericanos.

Que en su obligación constitutiva contribuye al desarrollo del conocimiento y la cultura mediante la docencia, la investigación científica y tecnológica, la extensión y la creación artística.

Consagrar que en el marco de una Universidad masiva, ella es una comunidad de docentes (no sólo profesores), graduados, estudiantes y personal técnico, administrativo y de servicios.

Entre sus fines está el de procurar la formación integral de sus miembros e infunde en ellos el espíritu crítico, el compromiso ético y la responsabilidad social. Y entre sus misiones está la de garantizar la pluralidad y asegura dentro de su recinto la más amplia libertad de expresión, investigación científica y docencia, promoviendo la plena vigencia de los Derechos Humanos y rechazando su avasallamiento.

En el mismo sentido, se proclama a la Universidad como la institución mediante la cual la sociedad da respuesta al derecho a la educación superior de cada uno de sus miembros, así como a los beneficios sociales que la docencia y la investigación pueden brindarle mediante la previsión, el análisis y la resolución de sus necesidades de un modo sistemático, comprometido y científicamente fundamentado. Éste es el espíritu con el cual debe organizar, tanto sus programas disciplinarios, cuanto sus tareas de transferencia y extensión.

En términos más ligados a lo institucional, se propone organizar el Ciclo inicial garantizando el derecho a la ciudadanía universitaria a los integrantes del actual CBC.

Nuestra propuesta hace énfasis en la consideración de la investigación y la extensión como actividades constitutivas de la condición del docente universitario y como parte del proceso formativo del estudiante universitario, esta última en forma solidaria con la sociedad de la cual forma parte, buscando a través de la producción y transferencia de conocimiento la resolución de problemas y desafíos de la sociedad que la misma demanda, para así colaborar en la ampliación del derecho a la educación del conjunto de la sociedad.

Entre los fundamentos de su obrar, proponemos que la Universidad debe brindar servicios académicos y sociales a la comunidad universitaria, que faciliten el acceso al conocimiento y las condiciones para la continuidad de los estudios. Por ello es su obligación procurar a los estudiantes bibliotecas actualizadas, salas de informática, instalaciones, alimentación y alojamiento adecuado y asistencia medica gratuita.

En los aspectos ligados a la actividad docente, nuestras propuestas atienden a garantizar el derecho al salario por el desempeño de sus trabajadores en la Universidad, así como plasmar que el desarrollo de esta actividad es ineludible sea cual fuere la dedicación y categoría que se posea.

Nuestros proyectos reconocen también el rol fundamental que tienen los docentes auxiliares en el dictado de clases y demás tareas que la Universidad desarrolla, por lo que se postula la jerarquización de su rol, comenzando por el cambio de nombre de su categoría para prestigiarlos como docentes.

Un tópico no menor, y que reconoce la necesidad imperiosa de democratizar el derecho a la ciudadanía universitaria, es aquel que atiende a la situación de los docentes interinos.

A la fecha, el estatuto sólo reconoce esta figura de modo residual. La concepción de la Universidad de hace cincuenta años no podría nunca imaginar el crecimiento masivo de la matrícula, el incremento de cantidad de docentes necesario para atenderla y las condiciones de incorporación a los planteles universitarios, sin perjuicio de los diseños de planes curriculares que hacen dificultosa su atención sólo con docentes concursados.

Las modificaciones propuestas al capítulo II del Título II tienden a eliminar la posibilidad que existan profesores sin concurso y ad-honorem. Se defiende al sistema de concursos públicos, abiertos, periódicos, y transparentes como sistema para la provisión del personal docente. Se tiende a eliminar la figura de ad-honorem como solución a la falta de personal docente rentado para satisfacer las necesidades del dictado de clases. Como excepción, se mantiene en el art. 54 a las categorías de profesores contratados o invitados y por tiempo limitado para facilitar el dictado de cursos especiales.

Sin perjuicio de las obligaciones incumplidas por distintas unidades académicas, lo cierto es que el derecho a la participación política en la vida universitaria es un derecho inalienable que ninguna rémora administrativa tiene derecho a frustrar. Por eso proponemos atender a la satisfacción de estos derechos, cuando aparezca de modo obvio que la falta de la condición de regular no se debe a la voluntad del docente, sino a la desatención de las unidades académicas.

En el marco de las propuestas que atienden a las previsiones presupuestarias, y en este caso por unanimidad de los miembros asambleístas que participaron de la comisión, estamos promoviendo la conformación del Consejo Superior como ámbito en el que se discutan pautas y directrices estratégicas para la UBA de carácter plurianual.

Asimismo, en forma meticulosa, estamos promoviendo criterios de transparencia y uniformidad de elaboración y rendición de los presupuestos, circunstancias que hoy no están previstas. Ello para todas las partidas, y para todos los intereses económicos que la Universidad posea en distintas entidades externas a ella.

En idéntico sentido se propone un conjunto de mecanismos de control de gestión transparente y oportuna. Esto es mucho más que una cuestión de técnica administrativa, sino que importa plasmar principios de acceso a la información pública en el seno del estatuto.

Consideramos además la incorporación de tres principios de importancia:

Uno es la clara y tajante incorporación al patrimonio de la UBA del cuidado de sus archivos documentales al considerarlos estatutariamente parte del mismo y seguido por sus reglas de preservación.

El otro principio que propusimos y se aceptó, fue la constitución del sistema de Bibliotecas de la Universidad como un servicio de apoyo para el aprendizaje, la docencia, investigación y demás actividades relacionadas con los objetivos institucionales de la Universidad, constituida por todos los fondos bibliográficos y documentales cualquiera sea su soporte material, el lugar donde se custodien, el concepto presupuestario con el que se adquieran o su forma de adquisición.

Para ello se promueve que la biblioteca de la Universidad se estructure a través de un sistema bibliotecario único, descentralizado en bibliotecas de las diferentes unidades y dependencias; y coordinado a través de los mecanismos que fije el Consejo Superior.

El tercer principio sustantivo que se propone es aquel por el cual queda absolutamente prohibida la aplicación de derechos, tasas o aranceles que pudieran recaer sobre la actividad académica de grado de la Universidad, ni sobre cualquier actividad de carácter académico que tenga como fin la formación de los trabajadores de la Universidad.

En lo que hace a las propuestas sobre las formas de gobierno y representación, nuestro sector propone, sobre la necesidad de que los docentes auxiliares sean efectivamente reconocidos en su importancia de su rol en una universidad masiva, su inclusión efectiva y adecuada en los organismos de gobierno de la UBA.

Decanos de las Facultades de Ciencias Sociales; Filosofía y Letras; Arquitectura, Diseño y Urbanismo; y Ciencias Exactas