miércoles, 22 de febrero de 2012

De la Extensión a la integración Universidad-Sociedad (Ivanna Petz)


Por Ivanna Petz, Subsecretaria de Extensión Universitaria de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA)

Nombrar es dar sentido, es darse identidad, el hombre, la mujer y los pueblos somos seres sociales identificados.
Sin embargo en medio de la larga noche neoliberal, nos habíamos olvidado de nuestros propios nombres, conocíamos nuestro nombre individual, pero casi no recordábamos los nombres de nuestro continente laborioso, del continente que habitamos.
No es casual entonces que volvamos una y otra vez sobre este tema ¿quiénes somos?; ¿cómo nos llamamos? ¿quién nos narra la historia de nuestros nombres?
Habíamos sido privados de nuestros recursos económicos y de nuestros relatos, habíamos sido doblemente expoliados, nos quedamos sin cuentas y sin cuentos.
Hace 120 años Martí, afirmaba en un texto que se llama Nuestra América “Se ponen en pie los pueblos y se saludan ‘¿Cómo somos?’, se preguntan, y unos a otros se van diciendo como son” (Martí; 1980: 13)
Hoy, nos vamos conociendo, reconociendo, y nos queremos presentar.
“El nombre de América no había sido acuñado por navegadores, descubridores o conquistadores. Fue producto de la pura especulación intelectual de monjes eruditos y cartógrafos” (Funes; 2006:246) Lo hacían en honor a Américo Vespucio.
La idea de Nuestra América, para diferenciarnos de España es decir para emanciparnos también mentalmente tuvo en Francisco Miranda su primer autor “Con estos auxilios podemos seguramente decir que llegó el día, por fin, en que, recobrando nuestra América su soberana independencia, podrán sus hijos libremente manifestar al universo sus ánimos generosos” (Miranda; 1792)
Bolívar por su parte decía Nuestra Patria es América o hacía referencia a la América Meridional, mientras afirmaba filosóficamente “no somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles” (Bolívar;1986: 79)
El 24 de junio de 1856, Francisco Bilbao ofrecía una conferencia en París donde pronunció América Latina “Hasta ahora el testimonio más antiguo de la aparición de la nueva denominación” (Roig; 2009: 31) El antiimperialismo de Bilbao impide pensar entonces que este nuevo nombre sea de ideología panlatinista, lo que si puede haber acontecido es que diversos autores tomarán el adjetivo latino o latina con pretensiones hegemónicas eurocéntricas en Nuestra América Latina.
Retomando el espíritu emancipador de Miranda, Martí nos convida con un texto que nos convoca a la reflexión y a la acción. Nuestra América es un llamamiento al pensamiento propio “las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura del sudor. Entienden que se imita demasiado y que la salvación está en crear” (Martí; 1980: 15).
Hacia 1920, varias son las denominaciones, Indoamérica, Patria Grande, Haya de la Torre, Mariátegui y, Manuel Ugarte compartían un denominador común el antiimperialismo y el espíritu de una época que ponía en crisis las ideas liberales y positivistas.
Y como no deseamos olvidarnos de nuestros hermanos recordemos que el agregado Caribe “es un nombre geográfico (paradójicamente indígena, ‘caribe’ para incorporar sociedades sajonas” (Funes; 2006:246)
Hoy a Nuestra América Latina se le suman nombres “institucionales” ALBA; UNASUR pero debemos recordar que cada mañana un/a latinito/a que nace nos convida con la posibilidad de nuevas palabras, de nuevas prácticas, de nuevos sueños y renombra “el deber urgente de nuestra América (…) enseñarse como es, una en alma e intento” (Martí; 2005: 13) la Galería de los Patriotas Latinoamericanos es un símbolo de los tiempos que corren.
Si uno quisiera analizar el recorrido de la extensión universitaria, encontraría distintos enfoques sobre el pensar y hacer extensión:
a) Como practica asistencial de la universidad en relación a las poblaciones más pobres, por ejemplo, la existencia de puestos de atención a la salud, de hospitales universitarios, programas de desarrollo infantil.
b) Profundizado en la década del 90, la idea de la extensión en clave de transferencia. Es decir, un conocimiento que se construye en el lugar privilegiado de producción que es la universidad y que entonces se lo disponibiliza, se lo lleva a quién no lo tiene. Este ha sido el argumento para la apertura de una rama que es fundamental en nuestras universidades: el financiamiento de la universidad a partir de la extensión. O sea, se generan cursos para la comunidad con la idea de que son cursos de difusión del conocimiento y esa difusión se la da a quién puede pagarla.
c) La extensión en clave de la innovación y la tecnología. Supone la co-construcción de metodologías entre la universidad y los grupos sociales populares en términos de permitir a los grupos apropiarse del conocimiento socialmente producido y a partir de allí desarrollar un conocimiento a partir de sus intereses, de sus proyectos y de sus posibilidades. De manera que esta producción del conocimiento se haga de modo co-responsable entre la universidad y los grupos sociales y que sea por otra parte autogestionada. En este paradigma, la extensión en clave de asistencia y de transferencia aparece superada por el principio de “construcción conjunta de conocimiento” que parte justamente de la construcción de mediaciones que permiten la intersección entre el conocimiento popular y el conocimiento que se produjo en la academia, en la universidad a lo largo del tiempo.
d) Derivado del salto cualitativo que logra generar el enfoque anterior, encontramos uno superador en la medida que aparece la pregunta en torno al para qué de la producción conjunta de conocimiento. Se recupera la idea que la producción conjunta de conocimiento se genere en función de la transformación social, esto es aportando, fortaleciendo y consolidando los procesos organizacionales. Procesos que en su desarrollo demandan la construcción de nuevos conocimientos y que la universidad en la medida que no se encuentre integrada en los mismos difícilmente esté en condiciones de generar.
En la actualidad estos modelos respecto del pensar y hacer extensión conviven, se disputan, forman parte de los distintos proyectos en pugna sobre la universidad. Implican modelos de construcción y de gestión del conocimiento diferenciales, suponen también distintas concepciones respecto del lugar de los sectores populares, respecto de su agencialidad y las posibilidades de diálogo. Unos proyectos generan prácticas que amplían el divorcio universidad sociedad, otros buscan su integración.
Quienes venimos comprometidos en habitar la extensión universitaria en clave de integrar universidad-sociedad y como posibilitadora de las transformaciones en materia de política universitaria, entendemos que la construcción del conocimiento se hace en un espacio social que esta histórico y geográficamente delimitado. Que, si pretendemos fortalecer las configuraciones socio políticas del “afuera” de la universidad, esto no lo hacemos sin la reconfiguración de la organización socio política del conocimiento en el “adentro” de la Universidad y que en todo caso, ambos procesos son resultado de una misma trama. Que, si pretendemos superar las dinámicas auto centradas y reproductivistas que hegemonizan en la actualidad la formación de los equipos de trabajo universitario, lo tenemos que hacer a partir de la integralidad de las prácticas universitarias cuestión que nos permite interpelar aquellas dinámicas y poner el conocimiento en movimiento. Entendemos también, que la práctica de extensión en el nivel comunitario nos da la posibilidad de la construcción social del problema pensándolo no solamente en clave de diagnóstico sino de su resolución. Buscamos que esta dinámica reoriente las agendas de investigación e impacten en la formación curricular. Pensar en problemas y su solución, nos sitúa además en el esfuerzo de la interdisciplina y la intersectorialidad.
En todo esto, quienes ocupan un lugar primordial son los estudiantes. Los cambios en la universidad en un sentido popular pasan por la presencia de las organizaciones sociales interpelando, haciendo cosas con nosotros acá adentro y afuera, y con los estudiantes formándose en estas trayectorias y organizándose, ya que de ellos depende la continuidad de los proyectos.
No somos nuevos en estos recorridos, una larga trayectoria nos encuadra, por nombrar algunos: Arturo Jauretche, Oscar Varsavsky y los compañeros que hicieron las cátedras nacionales. Tampoco estamos solos, distintas iniciativas se están generando en las universidades latinoamericanas que buscan acompañar los procesos políticos y particularmente en Argentina asistimos a la posibilidad de potenciar nuestros desarrollos por el sostenimiento generado desde el Programa Nacional de Voluntariado Universitario.
EL CIDAC: UNIVERSIDAD BARRIO ADENTRO
Interesados por la propuesta presentada por Petz, Falta Envido se metió a ver en donde se estaba presentando el espíritu de esta propuesta. Encontramos que una de las iniciativas de la Secretaria de Extensión de Filo, quizás la más importante en donde se refleja el espíritu de la propuesta que Petz nos presenta en este artículo se refleja en el Centro de Innovacion y Desarrollo para la Acción Comunitaria. El CIDAC – Barracas se creó por resolución Nº 3920/08 del CD de la FFyL. Este Centro recupera algunos de los planteos realizados en el marco de las experiencias del denominado “Proyecto Maciel” en la UBA de 1956-1966 y del Centro Piloto de Investigación Aplicada (CEPIA) “Enrique Grinberg” en la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires, 1973-74. Comparte centralmente con aquellas experiencias el principio de integralidad de las prácticas de extensión, investigación y docencia y la necesidad de enfatizar la agencia no solamente social, sino política y epistémica de los movimientos sociales, de los sectores populares y organizaciones con las que se plantea el trabajo. En este sentido se apuesta con la labor del CIDAC a lo que se ha llamado democratización epistemológica: la idea de que es necesario crear condiciones para la participación de la mayoría de la población en los procesos de generación y validación de conocimiento teórico y técnico-metodológico. Con la participación de docentes, estudiantes, graduados y con los actores sociales barriales involucrados, se pretende buscar alternativas conjuntas que logren una mejora en la calidad de vida de quienes habitan el sector sur de la CABA, , así como una nueva forma de enseñar, aprender e investigar, que esté en contacto más directo con la gente y sus problemas.

Artículo publicado en la Revista Falta Envido N°1, agosto del 2011.

Las zonceras sobre el debate de la Ley de Educación Superior, hacia una nueva LES (Julián Dércoli)


Por Julián Dércoli, estudiante de Historia, militante del Movimiento Universitario Evita (UBA)

La discusión sobre la Ley de Educación Superior y la acreditación de las carreras universitarias por medio de la CONEAU nos enfrenta a un sentido común instalado por las agrupaciones estudiantiles que vociferan consignas que por repetición y repetición parecieran ser ciertas, pero que no resisten el menor análisis cuando nos planteamos un debate sobre la educación que queremos y en vinculación con la realidad extramuros de la UBA. Así en este proceso se configura una polarización y cosificación que poco aporta ya que la LES menemista aparece como el mal, cosa en la cual coincidimos, pero se sostiene una presunta “autonomía” como el bien absoluto, no cuestionando así la universidad actual. Nosotros apostamos a discutir y transformar este sistema universitario de raíz, de la urgencia de esta tarea surgen las líneas que siguen
Es necesario una nueva Ley de Educación Superior, porque creemos que una nueva ley puede ser la condensación de todo lo que se ha avanzado en política universitaria del 2003 a la fecha, dentro de los cuales encontramos el aumento del financiamiento en educación y la apertura de 9 universidades nacionales que se plantean una nueva vinculación entre universidad y el territorio en el cual se circunscriben. También sabemos que una nueva Ley no alcanza por sí sola en terminar con el actual modelo autista de universidad, si no existe un verdadero movimiento nacional que sea capaz de construir la relación de fuerzas que permita sostener un proyecto de Educación Superior comprometido con la realidad política y social que le toca vivir.
Sin embargo, vemos como la gran mayoría de las agrupaciones estudiantiles se reduce a pensar consignas ya sea “NO a la CONEAU” o “Por una universidad al servicio del pueblo” que más allá de expresar buenas intenciones, o revelar un pesimismo frente a la vida misma, no son más que declamaciones abstractas en la medida que las mismas primero no logran representar al conjunto de los estudiantes, segundo, y más importante, en la medida que las mismas convierten la autonomía en un valor sacrosanto, reproduciendo así constantemente el viejo y agotado modelo liberal de educación superior caracterizado por su concepción elitista, de vanguardia y alejado de las necesidades reales de un proyecto de país para todos. El modelo de universidad “autónoma” propuesta por los liberales de izquierda y derecha pretende problematizar los textos; nosotros queremos textualizar los problemas de la comunidad, para lograr por medio de la acción conjunta resolverlos. Con orgullo podemos afirmar, que muchas universidades “nuevas” (que desde los claustros de la universidades prestigiosos se llaman de
segunda) se plantean desde el vamos otros objetivos, pero la UBA sigue bastante por detrás.
Y si la UBA sigue enclaustrada en sus discusiones internas, alguna responsabilidad nos toca a los estudiantes, como sujetos políticos. Humildemente creemos que mucho de lo que nos toca se remite a la ligereza con que se toman algunas discusiones y a la falta de un proyecto educativo que se anime a cuestionar el sustrato vanguardista y liberal de la Universidad, mientras que se lo defiende tal cual oponiéndose a todo en base a consignas revolucionarias. Aquí empieza el derrotero por una serie de argumentos de sentido común incuestionables, las zonceras universitarias como diría el viejo don Arturo Jauretche…
1) HAY QUE DEROGAR LA LES… y después ¿Qué hacemos? Allí empiezan los planteos negativos, a la cual se nos responderá “Nosotros queremos una universidad gratuita, de calidad, al servicio del pueblo”. En fin, como se dice, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Lo que estos muchachos y muchachas no quieren revelarnos es que simplemente más allá de alguna consigna no tienen ningún tipo de proyecto educativo y menos nacional. Pensemos, basta haber cursado alguna que otra materia para darse cuenta que las leyes no son todo, es decir, por más que se derogue o no la LES, no surgirá de ese acto otra Universidad. Allí comienza a demostrarse la influencia de las teorías liberales en los marxistas argentinos. Pensemos el caso de la UBA, la misma no está actualmente regida por la LES menemista (por un amparo presentado en los 90 por el rectorado), sin embargo, todos los males que dicen que provocan la LES los está padeciendo. Entonces en ¿Qué quedamos?
2) NO A LA CONEAU. Dentro de esta afirmación, o mejor dicho negación, se da por sentado que todos y todas tenemos idea de lo que es la CONEAU… nada más desmovilizante. Primero, se afirma falsamente que este organismo le da preponderancia a los intereses privados, cuando dentro de todos sus miembros hay 1 solo representante de las universidades privadas, mientras que el resto de los integrantes son 3 por diputados, 3 por senadores, 3 por las universidades públicas, 1 por el ministerio de educación y 1 por la asamblea nacional de educación.
Pero no basta con aquella mentira inicial, sino que ante esta composición denuncian: que por permitir la participación de representantes de la Cámara de Diputados, Senadores y del Ministerio, se viola la autonomía universitaria. Entonces pensemos que la tan mentada democratización planteada por el izquierdismo infantil excluye de las decisiones sobre la
universidad a personas que no sean universitarias. Empobrece a caso que participen miembros elegidos por el conjunto del pueblo sean senadores o diputados, nos caigan simpáticos o no, nosotros entendemos que de los gobiernos de la universidad deben participar también las organizaciones barriales, de trabajadores que estén en el territorio donde la universidad se inscribe, porque la universidad debe sin dudas no dedicarse y gobernarse a sí misma, sino que debe hacerlo también para una comunidad, la cual le da origen, sustento y fundamentalmente sentido. La universidad pública si no está en profunda conexión con los problemas de la comunidad se vuelve un ente sin sentido, ya que no se estudia para pensar y resolver problemas de el conjunto de los argentinos, sino que se estudia para el desarrollo individual de cada uno, así el carácter público pierde sentido.
3) AUTONOMÍA UNIVERSITARIA: aquí nace la madre de todas las zonceras la defensa de la Autonomía. Para estos activistas se trata de que la universidad se cierre sobre sí misma, sobre sus mismas “camarillas” como les gusta decir. Es el vanguardismo a su máxima potencia. Así la autonomía se enfrenta a la democracia de masas, es por esta razón que es necesario preguntarse, ¿cómo quieren construir una universidad al servicio del pueblo, si sólo quieren cerrarse las decisiones de la universidad al mínimo grupo que accede a ellas?
Así, siguiendo a los preceptos de calaña liberal retrógrados podemos ver en sus afiches, que la autonomía permite preservar a la universidad de los cambios del poder político??? Es decir, tienen que protegerla del Estado? Esto podría ser válido en un contexto represivo, pero en un contexto de democracia, de qué estamos hablando?? Quizá dentro de un tiempo también los escuchemos afirmar que un estado que interviene en la economía está vulnerando los derechos individuales y de libre empresa.
4) LA ACREDITACIÓN. Dicen también que acreditar permite la privatización, el recorte del grado, y que los planes de estudio los defina el FMI. En esta ensalada hay que aprender a diferenciar; la acreditación es un proceso de normalización de contenidos mínimos, por ende la acreditación no recorta la carrera sino que fija pisos comunes para todas las universidades, una gran diferencia decir esto a afirmar el recorte, pero en la mente de nuestros “revolucionarios” la conspiración acecha día a día a la revolución proletaria inminente. Otro cuestión la acreditación iguala títulos de las privadas con las públicas y los profesorados, aquí no está en juego el prestigio personal del profesional del la UBA, no se trata de una cuestión individual, sino de garantizar que si una profesión afecta al público existan una serie de contenidos mínimos que se fijen como por ejemplo, para ser médico: todos
los médicos deben saber hacer una operación quirúrgica sean de una universidad privada o publica, por el simple hecho de que está en riesgo la salud de quienes no son médicos, hay que diferenciar esto del prestigio que se autoproclaman ciertas instituciones.
Con respecto a la intervención de corporaciones económicas, aquí hay que ser claros, el único poder capaz de enfrentar al poder económico concentrado, es el poder del pueblo en su conjunto. Este mismo no depende de una ley que lo sanciones sino de su construcción. Por eso, como vemos en la actualidad con la supuesta vigencia de la autonomía de la UBA y a pesar de no estar bajo el paragua de la LES gracias a un amparo, lo intereses privados se cuelan igual. Por ende creemos que lo que hay que construir es un proyecto educativo que en su vinculación con el pueblo pueda plantearse como alternativa al poder corporativo y no detenerse en los tecnicismos legales, como si ellos pudieran crear aquello que en la realidad no existe. Si la UBA no hace nada por el pueblo, es probable que al pueblo no le interese lo que pase con la UBA.
5) LA DEMOCRATIZACIÓN. Para nosotros la democratización no depende de poner un estudiante más en los órganos de cogobierno, sino que se trata por un lado de que el pueblo acceda a la universidad y que participe de sus decisiones. Por ejemplo, por medio de los consejos sociales, cosa que la LES “menemista” permite, pero que hasta ahora nadie reclama su aplicación, ya que las vanguardias científicas tienen que proteger el saber erudito del pueblo. O, por ejemplo, implementar un servicio social o voluntariado o algún tipo de práctica que articule la universidad con los problemas de la comunidad, sin embargo, nuestros eternos defensores del proletariado llamarían a eso trabajo precario. La universidad pública no es de los estudiantes y de los profesores, la universidad es de todo el pueblo que la financia.
Pareciera ser que la “crisis” de la UBA se trata más de una total ausencia de un sentido social, y no tanto de una cuestión algebraica de composición de órganos de cogobierno. Recordemos en la historia, pensemos en la actualidad latinomericana y veremos la autonomía universitaria y los “representantes estudiantiles” han estado en contra de Perón, están contra Chavez, están contra Cristina. Estos precedentes no pueden más que alertar que la defensa de intereses corporativos, en nombre del pueblo en abstracto, no conducen a estar construyendo la universidad del pueblo más allá de que se lo repita y se lo pinte infinitamente en todos lados.

Artículo publicado en la Revista Falta Envido N°1, agosto del 2011.