domingo, 7 de octubre de 2007

Cátedras Nacionales * (Aritz e Iciar Recalde)

LOS NUEVOS DOCENTES DE LA CÁTEDRAS

Vinculados a esta nueva corriente del mundo católico, en el proceso de intervención militar, ingresaron en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, dos docentes que desempeñarían un papel fundamental en el proceso de intervención de la universidad de la gestión Cámpora. El ex cura Justino O´Farrel, ocuparía la Cátedra de Sociología Sistemática y Gonzalo Cárdenas -que había estudiado en un centro teórico de sacerdotes progresistas de la Iglesia Católica en Bélgica- dictaría la materia Historia Social Latinoamericana. Tres años después, en 1969, O´Farrel sería nombrado Director de la carrera de Sociología y Cárdenas ocuparía la Dirección del Instituto de Sociología. Ambos personajes, llevaban consigo una pesada carga político ideológica por ingresar con Onganía, que generó en un principio, el rechazo del movimiento estudiantil. Referente a esta cuestión y a la formación de estos personajes, el testimonio de González es el siguiente:

“O´Farrell y Cárdenas se revelaron no de inmediato porque también, en el primer momento el movimiento estudiantil los atacó. Yo estaba en el movimiento estudiantil de esa época, lo que les digo son recuerdos personales del primer aspecto que tenían ellos ante nosotros, que era de simple apéndice de los interventores. El movimiento estudiantil tenía una actitud de solidaridad con los profesores renunciantes. Este había sido un gesto que parecía la oposición nítida y necesaria ante la dictadura. (…) Estos profesores, al poco tiempo, empezaron a insinuar otras posibilidades que poco a poco nos fueron interesando, es difícil describir ese proceso de conciencia, el paso de una conciencia a interesarse por cosas antes desconocidas. Lo cierto es que en el caso de Cárdenas, él comienza a exponer una teoría latinoamericanista, le interesaba Mariátegui, el pensamiento de la izquierda nacional no le era ajeno, citaba a Jauretche, en fin, tenía distintos intereses culturales que coincidían con una cierta izquierda latinoamericanista. Él tenía una formación de economista cristiano, con influencia de la universidad de Lovaina, donde había cursos para economistas cristianos, donde también en el centro había un concepto de comunidad pero también de reparto de bienes, fuerte insinuación de socialismo. El padre Luís J. Lebre era el orientador de esa corriente. En el caso de O´Farrell, curiosamente había estudiado sociología de una manera casi funcionalista en Los Ángeles, que era un centro de sociología funcionalista. (…) O´Farrell también hace su camino personal, él era un cura de barrio, no tenía una presencia muy grande en la iglesia, su lenguaje era un lenguaje enredado pero interesante y también él comienza a insinuar el aspecto de una teoría de un sujeto diferente a la que postulaba el funcionalismo, el sujeto que poco a poco se revelaba como un sujeto con aspectos y alcances populares. (…) A partir de ahí se genera una corriente de simpatía mutua, porque al mismo tiempo en el movimiento estudiantil crecía el proceso de acercamiento a la historia del peronismo como una especie de tesoro escondido nunca bien interpretado.”

De la misma manera, Argumedo establece que la entrada de estos docentes a la vida universitaria significó la posibilidad de comenzar a gestar un proyecto de universidad nacional y popular:

“A partir de 1966, 1967 a la mayoría que no renuncia los echan y en 1967, 1968, es cuando se da la presencia azarosa de Justino O´ Farrel y Cárdenas, que venían de la universidad católica para llenar los espacios que habían quedado libres con las renuncias y las echadas, lo cual te dejaba el espacio para el desarrollo de las Cátedras. Se da también en Mar del Plata y algunos casos en el Salvador ya que los jesuitas se habían volcado bastante hacia el proceso de transformación social. Aquí se va gestando la idea de un proyecto de una universidad nacional y popular donde la idea era precisamente esto, romper los claustros universitarios para vincularse con los sectores sociales e intercambiar los saberes que te daba la universidad con los saberes y la sabiduría de los sectores sociales, más que una ambición profesionalizante. Por otra parte, incorporar en la universidad toda esta masa de ideas y producciones que eran despreciadas por los espacios académicos.”

El viraje ideológico del estudiantado y el desarrollo de las organizaciones peronistas, iría marcando una nueva etapa en las relaciones entre los docentes, los estudiantes y las luchas populares. En este contexto se forjaría rápidamente, como en una especie de realimentación mutua, la articulación entre el movimiento estudiantil y los profesores ingresantes. Una nueva generación de intelectuales con otras propuestas de enseñaza desde sus formas, sus contenidos y su vinculación con el país, se hacía presente en la universidad, marcando un hito histórico para la historia de los intelectuales en Argentina. Con el correr del tiempo y tras la designación de Cárdenas y O´Farrell, las Cátedras Nacionales se ampliarían con la entrada de nuevos intelectuales. Argumedo lo comenta de la siguiente manera:

“En un inicio O´Farrel y Gonzalo Cárdenas enseñaban con gran expectativa junto con el resto de los profesores. Lo que pasa, es que ellos tenían contacto con algunos amigos, yo no los conocía, pero creo que era con Roberto Carri y con Pablo Franco. Entonces, es cuando les ofrecen integrar sus cátedras y estos les dices que tienen otros amiguitos para entrar (risas) y ahí fuimos entrando todos. En una primera etapa hubo designaciones formales. A veces pagas y otras no, pero el alumno para recibirse debía pasar por esas horas cátedras. Tenía que pasar no por todas, ya que algunas eran optativas. Las designaciones fueron además para sectores de la izquierda y junto con nosotros entraron “gramscianos” como el negro Portantiero, Schmucler, Oscar Landi o Juan Villareal.”

En este marco docente, los estudiantes comenzarían a hacer valer su capacidad de organización, masividad y su poder de decisión en cuanto a la elección de cursadas. En palabras de Argumedo:

“A muchos sectores de derecha los alumnos los fueron desplazando por si mismos, sobre todo en la materias optativas e incluso en las teóricas, que los hicieron renunciar por que no iban a sus clases. En un momento pasó que un docente se fue indignado en una cátedra masiva ya que había una librería que desgrava los teóricos y los vendía y entonces parece que éste se ofendió ya que no había nadie en la clase, ni siquiera el desgrabador que le dejó un papel en donde decía que cuando largue la clase prenda el grabador… Este fenómeno se daba espontáneamente y a veces organizado. Ya que estudiar en ese contexto, el de Parsons, el de Merton, no daba demasiadas ganas de ir a clase. O iban a las Cátedras de Portantiero que tenían muy buen nivel o iban a las Cátedras Nacionales, o a las dos, pero los otros tipos no tenían lugar.”

El estudiantado, tal comentáramos previamente, entraría de lleno en la historia nacional. El aumento de sus reivindicaciones iría acompañado de un marcado proceso de ascenso y agudización de los conflictos y de las movilizaciones. En este marco político, los antiguos predicadores de la juventud perderían espacio y en su lugar se generaría un profundo proceso de refundación del sentido de la práctica docente y de las funciones de las autoridades universitarias. La pérdida de legitimidad de los sectores golpistas chocaría violentamente con los reclamos de los estudiantes. Así lo establece Argumedo:

“Lo que sucede es que a partir de tercer año, en 1968, 1969 cuando empezamos a tomar la facultad en “protesta de no se qué cosa” y a meterte en las luchas, ahí empezaron a querer reprimir pero ya era tarde. (…) Existieron dos episodios que cuentan por ahí que eran muy ejemplificadores del momento. No recuerdo en que año estaba el Decano, pero si que era un tipo de la derecha. Entonces fuimos a pedirle entrar de nuevo a la facultad y junto a nosotros 150 personas, todos estudiantes con la consigna de solicitar la renovación. El decano nos decía ¿qué hacen acá? y nosotros contestábamos que “somos profesores que venimos a pedir la renovación de nuestro contrato”. Nos decía ustedes “ni son profesores, son conchabados” y le contestábamos “usted es un hijo de remil puta”: esa era la forma académica de resolver los problemas en el marco de una universidad convulsionada.”

Las principales figuras del proyecto de las Cátedras Nacionales fueron Justino O´Farrell, que dictaba la materia “Estado y Nación” y estaba a cargo de la Cátedra de Sociología Sistemática; Gonzalo Cárdenas, que dictaba la materia “Historia Social Latinoamericana”; Horacio González, a cargo de “Problemas de Sistemática”; Juan Pablo Franco y Alejandro Álvarez a cargo del dictado de “Proyectos hegemónicos y movimientos nacionales.” Además, se encontrarían figuras centrales como la mencionada Alcira Argumedo, Gunnar Olson, Ernesto Villanueva, Roberto Carri, Guillermo Gutiérrez, Jorge Carpio, Néstor Momeño, Norberto Wilner, E. Pecoraro, Sasa Altaraz, Marta Neuman, Lelio Marmora, Alejandro Peyrou, entre otros.


* Este texto forma parte del libro “UNIVERSIDAD Y LIBERACION NACIONAL", de Aritz e Iciar Recalde, Nuevos Tiempos, Lanús, marzo de 2007.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No conozco el texto completo, pero parece faltar el movimiento estudiantil. En apretada síntesis: la toma en apoyo al Cordobazo, reprimida con palos y clausura en 1969, la creación del cuerpo de delegados (CdeD), la sustitución del Centro de Estudiantes por éste y la debacle definitiva del reformismo, el papel del CdeD como cabeza de todas las movilizaciones 1970/72, su papel como fragua de una militancia de miles de activistas, la renovación de la actividad académica llevando la universidad a los barrios a la vez que se redefinían las disciplinas mediante el cuestionamiento al contenido de materias y carreras y se traía a la facultad de Ongaro y la CGT de los Argentinos, el Sitrac Sitram, el Viejo Silvio, que los docentes eran "puestos" en asamblea por los estudiantes, que convivía, por así decirlo activismo-organizaciones armadas, que sólo el 8 de octubre del ´71, con actos relámpagos organizados por el CdeD quemamos 8 City Bank y varios Minimax en repudio a Rockefeler, la clausura de la facultad en el `71 que terminó cuando miles de esudiantes con los docentes que se involucraban se metieron en otras facultades a cursar y dar exámenes en los pasillos, llevando la movida de facultad en facultad, etc., etc. . En todos estos procesos, olvida Argumedo, el estudiantado marcaba el camino y los docentes acompañaban. Como sucedía en toda la sociedad, las bases renovaban todo, las dirigencias se iban renovando. Ah,también falta que Carri fue secuestrado por el terrorismo de Estado.
Mario