Desarrollaremos a continuación algunas observaciones realizadas en base a las experiencias en curso hasta la actualidad, que pueden aportarnos a perfilar un modelo propio de Servicio Social.
- Todos los estudiantes de la educación superior prestarían el servicio antes de graduarse, por períodos de seis meses a dos años, de acuerdo al tipo de práctica. El impacto que el Servicio Social debe lograr en la formación de los estudiantes y en la estructuración misma de la universidad (contemplada en sus tres funciones: docencia, investigación y extensión) tendrá mayor intensidad si este se instituye promediando la formación del estudiante o al menos a partir de haber completado un 75% de la misma, y no una vez egresado. En cuanto a los egresados, podría establecerse una tutoría (rentada) por parte de los mismos, que aborde tareas de coordinación y acompañamiento de prácticas de Servicio Social.
- De preferencia se trataría de enviar a los prestadores del servicio a las regiones más desfavorecidas del país (rurales y urbanas) y, de ser posible, integrados en equipos interdisciplinarios, de manera que las comunidades que los reciban se beneficien en los campos de la educación, salud, medio ambiente, urbanismo, asesoría jurídica, y administrativa, etc. Por trabajo interdisciplinario no queremos decir: “… un equipo dirigido por un biólogo, por ejemplo en el que actúan como colaboradores secundarios químicos, estadísticos o economistas, ni tampoco un estudio múltiple de los distintos aspectos del problema hecho por varios especialistas que trabajan cada uno por su cuenta. El primer tipo de estudio es en realidad monodisciplinario y el segundo multidisciplinario. El ‘inter’ indica un grado de organización y amplitud mayor: los distintos aspectos discutidos en común por especialistas de igual nivel en las distintas disciplinas para descubrir interconexiones e influencias mutuas de esos aspectos, y para que cada especialista aproveche no sólo los conocimientos, sino la manera de pensar y encarar los problemas habituales en los demás.” (1)
- El Servicio Social debería ser parte integral del currículo, merecer los créditos académicos que correspondan y considerarse como una etapa de aprendizaje formativo, que permita a los estudiantes integrar sus conocimientos, ponerse en contacto con la realidad y aprender a trabajar en equipos interdisciplinarios. Esto es, el proyecto de Servicio Social se convierte en un espacio de aprendizaje, el territorio en su escenario -que sustituye al aula- y los problemas planteados por los territorios en el eje temático que permite diseñar un proyecto y servicio, que contribuye al cumplimiento de dos de los aspectos fundamentales del Servicio Social: la formación y la retribución social.
- Si el Servicio Social debe ser rentado o no es una discusión compleja que deberá resolverse atendiendo a la necesidad de no distorsionar el sentido solidario y formativo de esta práctica, al mismo tiempo que deberá garantizarse la manutención, hospedaje, movilidad, etc. de aquellos estudiantes que participen de grandes unidades de prácticas, fundamentalmente aquellas alejadas de sus residencias habituales.
- La manera óptima de prestar el servicio sería en el marco de una coordinación entre la universidad, organismos estatales y actores sociales que permitan la planificación participativa. El Servicio Social no sólo cumple una función en cuanto al proceso formativo de los estudiantes, sino que también tiene una fuerte incidencia en la relación entre la universidad y las necesidades nacionales, con lo cual no debe fragmentarse esta potencialidad como herramienta modeladora que permita avanzar hacia la conformación de un verdadero Sistema Nacional de Educación Superior, basado en la planificación y la acción coordinada, que favorezca la complementariedad de los esfuerzos y la asociatividad en programas conjuntos, evitando las duplicaciones y superposiciones innecesarias, y fortaleciendo las instancias de articulación. Superar el voluntarismo y la dispersión de esfuerzos llevados adelante desde cátedras y programas es el imperativo.
- Los estudiantes, antes de partir a brindar su servicio, deberían recibir talleres de capacitación que aseguren su mejor desempeño y adaptación al sitio donde serán destinados.
- Deberá excluirse del diseño cualquier concepto paternalista y considerar el Servicio Social Universitario como una comunicación de doble vía entre los prestadores del mismo y la comunidad, que genere un mutuo enriquecimiento. Así se aseguraría su carácter formativo y transformador.
(1) O. Varsavsky, Ciencia, política y cientificismo, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1969.
* Este texto forma parte del trabajo “EL SERVICIO SOCIAL UNIVERSITARIO COMO VECTOR DE TRANSFORMACIONES”, de Carlos Sozzani, diciembre de 2006.
- Todos los estudiantes de la educación superior prestarían el servicio antes de graduarse, por períodos de seis meses a dos años, de acuerdo al tipo de práctica. El impacto que el Servicio Social debe lograr en la formación de los estudiantes y en la estructuración misma de la universidad (contemplada en sus tres funciones: docencia, investigación y extensión) tendrá mayor intensidad si este se instituye promediando la formación del estudiante o al menos a partir de haber completado un 75% de la misma, y no una vez egresado. En cuanto a los egresados, podría establecerse una tutoría (rentada) por parte de los mismos, que aborde tareas de coordinación y acompañamiento de prácticas de Servicio Social.
- De preferencia se trataría de enviar a los prestadores del servicio a las regiones más desfavorecidas del país (rurales y urbanas) y, de ser posible, integrados en equipos interdisciplinarios, de manera que las comunidades que los reciban se beneficien en los campos de la educación, salud, medio ambiente, urbanismo, asesoría jurídica, y administrativa, etc. Por trabajo interdisciplinario no queremos decir: “… un equipo dirigido por un biólogo, por ejemplo en el que actúan como colaboradores secundarios químicos, estadísticos o economistas, ni tampoco un estudio múltiple de los distintos aspectos del problema hecho por varios especialistas que trabajan cada uno por su cuenta. El primer tipo de estudio es en realidad monodisciplinario y el segundo multidisciplinario. El ‘inter’ indica un grado de organización y amplitud mayor: los distintos aspectos discutidos en común por especialistas de igual nivel en las distintas disciplinas para descubrir interconexiones e influencias mutuas de esos aspectos, y para que cada especialista aproveche no sólo los conocimientos, sino la manera de pensar y encarar los problemas habituales en los demás.” (1)
- El Servicio Social debería ser parte integral del currículo, merecer los créditos académicos que correspondan y considerarse como una etapa de aprendizaje formativo, que permita a los estudiantes integrar sus conocimientos, ponerse en contacto con la realidad y aprender a trabajar en equipos interdisciplinarios. Esto es, el proyecto de Servicio Social se convierte en un espacio de aprendizaje, el territorio en su escenario -que sustituye al aula- y los problemas planteados por los territorios en el eje temático que permite diseñar un proyecto y servicio, que contribuye al cumplimiento de dos de los aspectos fundamentales del Servicio Social: la formación y la retribución social.
- Si el Servicio Social debe ser rentado o no es una discusión compleja que deberá resolverse atendiendo a la necesidad de no distorsionar el sentido solidario y formativo de esta práctica, al mismo tiempo que deberá garantizarse la manutención, hospedaje, movilidad, etc. de aquellos estudiantes que participen de grandes unidades de prácticas, fundamentalmente aquellas alejadas de sus residencias habituales.
- La manera óptima de prestar el servicio sería en el marco de una coordinación entre la universidad, organismos estatales y actores sociales que permitan la planificación participativa. El Servicio Social no sólo cumple una función en cuanto al proceso formativo de los estudiantes, sino que también tiene una fuerte incidencia en la relación entre la universidad y las necesidades nacionales, con lo cual no debe fragmentarse esta potencialidad como herramienta modeladora que permita avanzar hacia la conformación de un verdadero Sistema Nacional de Educación Superior, basado en la planificación y la acción coordinada, que favorezca la complementariedad de los esfuerzos y la asociatividad en programas conjuntos, evitando las duplicaciones y superposiciones innecesarias, y fortaleciendo las instancias de articulación. Superar el voluntarismo y la dispersión de esfuerzos llevados adelante desde cátedras y programas es el imperativo.
- Los estudiantes, antes de partir a brindar su servicio, deberían recibir talleres de capacitación que aseguren su mejor desempeño y adaptación al sitio donde serán destinados.
- Deberá excluirse del diseño cualquier concepto paternalista y considerar el Servicio Social Universitario como una comunicación de doble vía entre los prestadores del mismo y la comunidad, que genere un mutuo enriquecimiento. Así se aseguraría su carácter formativo y transformador.
(1) O. Varsavsky, Ciencia, política y cientificismo, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1969.
* Este texto forma parte del trabajo “EL SERVICIO SOCIAL UNIVERSITARIO COMO VECTOR DE TRANSFORMACIONES”, de Carlos Sozzani, diciembre de 2006.
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