Nosotros nos hemos nucleado en base al eje vivienda con muchos compañeros, pero a medida que profundizamos en el tema nos damos cuenta que la vivienda en sí pasa a segundo plano frente a las prioridades de la población. El problema en el Uruguay no es que no haya viviendas o sea imposible construirlas sino que el problema es la población que ha sido desplazada de sus viviendas por la imposibilidad de pagar su vivienda.
En esto los técnicos tenemos un rol importante a jugar pero nos ha ganado la cabeza el neoliberalismo, con tantos años de bombardeo ideológico al final nos estamos creyendo el discurso neoliberal.
En esta semana se nos planteaba, a través del análisis del cambio de Ministro de Economía, la dicotomía que existe, la diferencia que hay entre un Ministro político y uno técnico. No ha habido cambio ninguno en la política económica que es lo que a la población le interesa, puede haber cambio en el modelo de relacionamiento con la sociedad que promueven dos políticos y donde uno de ellos pone por delante el nombre de técnico.
Y digo pone por delante el ser técnico porque es hora de discutir nosotros los técnicos cómo nos dejamos usar y cómo usamos nosotros a los no técnicos poniendo por delante la cuestión del saber o del aparente saber. Digo aparente porque hasta el año 1492 la tierra era plana y los técnicos de Salamanca así lo decían, resulta que después no era plana sino redonda y después era como una pera. Cuando nosotros los técnicos creemos en algo lo ponemos por delante de todo y es la verdad revelada y a partir de ahí los demás deben someterse a lo que decimos.
La Universidad nos ha estado formando con una seguridad de lo que se enseña que es soberbia. Incluso existe lo que llamaríamos el Despotismo Ilustrado, se gobierna en base a una supuesta sabiduría que tienen los técnicos y que el resto de la población ni se entera ni participa.
Es un momento oportuno para hacer un punto de inflexión de todo lo que ha sido la postura técnica, nos hemos dado cuenta que los técnicos somos sirvientes de lujo de un sector de la población cada vez menor que concentra cada vez más riqueza y nos ha dado como resultado la exclusión de nosotros mismos. Estamos al servicio de ese sector y que además de riquezas concentra a los mismos profesionales dejando sin trabajo a la mayoría de nosotros.
Esto lo hemos visto desde el punto de vista gremial, corporativo y hemos salido a reclamar espacios y lugares de trabajo, a obligar -en el caso de arquitectos- a que la firma técnica esté en todos lados. La población como resultado de esta exclusión nos ha dicho, miren no los necesitamos, lo que ustedes saben y aportan no lo precisamos, estamos con otras prioridades con otros problemas y lo que ustedes aprenden en la Universidad es para dar respuestas a un sector privilegiado de la sociedad.
Entonces nos encontramos, hasta por un problema de supervivencia, en una disyuntiva muy grande, hay que hacer un punto de inflexión y decir no estamos más al servicio de los poderosos, estamos horizontalmente con la población, estamos de igual a igual. Es bueno revisar aquello de que las vanguardias técnicas han sido desde principios del siglo XX las iluminadas y han creado ese concepto de vanguardia como algo fundamental. Pensar que hay que pasar a la retaguardia (logística) de la población, estar apoyándola en sus decisiones, en sus reflexiones, en su organización, en todo aquello que necesita la población y que nosotros podemos aportar.
Si de alguna manera estamos siendo excluidos por parte de la gente es por responsabilidad nuestra. Debemos hacernos una autocrítica muy grande a nuestros saberes, a nuestra metodología de aplicar esos saberes. En la Educación Popular se habla del “saber popular” y del “saber académico” y de cómo poder llegar a encontrarnos todos esos saberes, para dialogar y construír una nueva patria.
Es absolutamente fundamental para un Gobierno Popular la ubicación que tengamos los técnicos en nuestra propia cabeza y creo que desde “Mi hijo el Doctor” ha habido una concepción del técnico como un personaje superior y eso ha generado la propia exclusión de los técnicos.
Cuando los técnicos analizamos a la población en base a números, desde un escritorio, en base a encuestas que hacen terceras personas y a partir de allí queremos aplicar grandes soluciones, llegamos a la situación en la que estamos. Existen nuevas metodologías de trabajo para dar respuestas a la masividad de los problemas sociales, no hay solución que no sea cara a cara, del técnico en contacto directo con la gente. No podemos seguir aceptando que las soluciones provengan de un escritorio, que se basen en cifras y no en seres humanos.
El Uruguay ha formado muchos técnicos, ha gastado mucha plata o mejor dicho ha invertido mucho, y que todos los técnicos que hemos quedado relegados en esta avalancha neoliberal somos un recurso humano enorme, del cual podemos disponer para generar esa nueva forma de vínculo con la población. Estamos en igualdad de ubicación, mano a mano, entendiendo y haciendo entender las propuestas, creando un nuevo saber que provenga del intercambio y de la integración de todos los saberes. Un intercambio donde no hay cultura hegemónica que aplaste a las otras.
Tenemos técnicos a montones desocupados, sub-ocupados o haciendo tareas de control. Lo que es peor nos ha ganado en muchos casos la tecnocracia. Nos entretenemos justificando los salarios que nos pagan para controlar normas que fueron creadas en 1948, con la vacas gordas, y el 80% de las viviendas construidas en los últimos cinco años se hicieron por la población sin tener en cuenta las normas, sin tener en cuenta a los profesionales ni estar declaradas.
Eso significa que las normas no tienen nada que ver con la realidad, significa que estamos alimentando una tecnocracia absurda que está fuera de tiempo y de la realidad de la sociedad y atenta contra la refundación nacional que debemos encarar.
Entonces es cuando nos proponemos hacer un planteo heterodoxo. Hay ortodoxias de derecha y de izquierda y estamos viviendo un momento complejo, en un mar de incertidumbres y se hace necesario hacer algunas islas de esperanzas para poder convivir en ese mar. Construir esas islas está fundamentalmente en manos de nosotros, en ver que el cambio es posible. Ese cambio social debe ser un cambio con mayúsculas, absoluto. No creo posible encarar un gobierno popular tratando de contemplar las expectativas de los neoliberales. Frente a los planteos de esos sectores hay que tener posturas claras: no se puede servir a dos amos.
Recursos hay, si habrá recursos con todo lo que se ha ido en los fraudes de los Peirano y los Rhon, los negocios desastrosos de Ancap y otros despilfarros realizados. El punto es la voluntad política de donde aplicar esos recursos. Por supuesto que habrá que trabajar con recursos escasos pero hay que exigir que esos recursos (muchos o pocos) se vuelquen en primer lugar a la población que ha sido despojada por estos modelos neoliberales.
No se puede autocensurarse y pensar que no se puede hacer nada, sino veamos cómo influyen las movilizaciones realizadas por FUCVAM, como influye el respirarles en la nuca a los que están al frente de organismos de decisión. Hay que pensar que no podemos seguir así y que debemos cambiar las cosas desde ahora. El cambio ya empezó, estamos en un proceso de cambio.
El otro día me decía una técnica que estaba trabajando a contrapelo de lo que piensa, aprobando núcleos básicos, mandando gente a la periferia y ella pensaba que estaba cometiendo una falta ética. Pues entonces compañeros técnicos hay que empezar la resistencia desde ya y técnicamente hay que decir que lo que se propone está mal, que se está perjudicando a la población y hay que hacer sentir todos los días que los técnicos tenemos un rol político. No hay que escudarse en lo técnico para eludir responsabilidades por lo que se hace, de esa forma estamos apoyando una postura política que va en contra de nuestros principios. No hay postura técnica sin una reflexión política y no podemos huir de esa realidad. Nuestra propuesta es que no se debe maquillar más el cadáver del neoliberalismo, que es lo que se viene haciendo hasta ahora.
Hay que empezar a hacer propuestas con nuestras capacidades, con nuestras inventivas y creatividad, los técnicos con la población, buscando salidas sobretodo a los problemas de los sectores mas postergados. Nosotros, que trabajamos en el área de la vivienda, estamos proponiendo ver el tema como el Hábitat que es un concepto más global y que tiende a ver el problema como un todo.
Estamos proponiendo la Descentralización. Si hoy miramos la experiencia de varios años en Montevideo decimos ha retrocedido, pero lo ha hecho no por ella en sí sino por voluntad política de quienes la aplican. La descentralización puede ser muy buena o muy mala, lo central es que hay que tener voluntad política de descentralizar, de ceder poder. Hay dos tipos de poder, el poder sobre un sector al cual domino y dirijo o el otro concepto que es poder hacer, tener el poder de hacer en conjunto y transformar la realidad. Es fundamental poder hacer porque está todo para hacer y están los instrumentos para hacer. Si hay voluntad política los instrumentos están para encarar un cambio real.
Lógicamente precisamos algunas leyes para consolidar esos cambios pero se pueden ir haciendo con los instrumentos actuales y voluntad política.
Nosotros como MPP proponemos un gobierno popular con Poder Popular y tenemos herramientas para llevarlo adelante. Las herramientas son la descentralización, el presupuesto participativo.
El presupuesto del Ministerio de Vivienda, ¿por qué no puede ser manejado por la población y definir ella los destinos y prioridades de los rubros? Por ejemplo, en Brasil se maneja un 2 o 3 % del presupuesto en los organismos centrales y el resto se discute y define por las vías descentralizadas.
El eje fundamental sobre el cual trabajamos es el eje territorial. La gente vive en un determinado lugar físico y es allí donde debemos aplicar el conjunto de políticas sociales. Hay que elaborar junto a los técnicos y población paquetes de políticas sociales y productivas para trabajarlas en el eje del territorio, apostando a la organización de la población, a las organizaciones sociales que allí existen y creando nuevos ámbitos de participación. Hay que construir los canales directos para que la población discuta y decida sobre los temas que le interesan.
A veces la misma izquierda demuestra que no tiene mucha confianza en la población, creo que por allí pasa uno de los puntos centrales de nuestra acción y conciencia. Cómo no tener confianza en la población que ha sido excluida, mandada hacia la periferia de la ciudad y que en un acto de valentía y organización han estado ocupando tierras, haciéndose sus casas a contrapelo de la sociedad y todas sus normas. Es esa población que ha desarrollado el movimiento urbano más grande de los últimos 50 años, generando una periferia de asentamientos y un fenómeno social y urbano enorme.
Por supuesto no queremos que siga y que se consoliden esas situaciones de exclusión. Pero cómo lo vamos a revertir si no es con la población misma que está en esos lugares, hablando con nuestros compañeros que viven y desarrollan su trabajo político y social dentro de los asentamientos y que tienen las cosas mas claras que los técnicos. Esas personas saben lo que quieren y lo que necesitan y nosotros como técnicos debemos tomar esa información y ver de plantear en conjunto con la gente soluciones. Pero debe ser la población misma la que tome las resoluciones y decisiones de los aspectos que más importan para la vida de ellos mismos.
Los recursos para llevar estos planes adelante están y hay que exigirlos, no sólo los recursos económicos sino los humanos. Hay que irse organizando para reclamar que esos recursos se vuelquen en su totalidad para resolver los temas más importantes. Si la población pobre, que ha construido gran parte de la ciudad en poco tiempo y con sólo sus magros recursos no es capaz de resolver esos problemas, no se quién será capaz de hacerlo.
En esto los técnicos tenemos un rol importante a jugar pero nos ha ganado la cabeza el neoliberalismo, con tantos años de bombardeo ideológico al final nos estamos creyendo el discurso neoliberal.
En esta semana se nos planteaba, a través del análisis del cambio de Ministro de Economía, la dicotomía que existe, la diferencia que hay entre un Ministro político y uno técnico. No ha habido cambio ninguno en la política económica que es lo que a la población le interesa, puede haber cambio en el modelo de relacionamiento con la sociedad que promueven dos políticos y donde uno de ellos pone por delante el nombre de técnico.
Y digo pone por delante el ser técnico porque es hora de discutir nosotros los técnicos cómo nos dejamos usar y cómo usamos nosotros a los no técnicos poniendo por delante la cuestión del saber o del aparente saber. Digo aparente porque hasta el año 1492 la tierra era plana y los técnicos de Salamanca así lo decían, resulta que después no era plana sino redonda y después era como una pera. Cuando nosotros los técnicos creemos en algo lo ponemos por delante de todo y es la verdad revelada y a partir de ahí los demás deben someterse a lo que decimos.
La Universidad nos ha estado formando con una seguridad de lo que se enseña que es soberbia. Incluso existe lo que llamaríamos el Despotismo Ilustrado, se gobierna en base a una supuesta sabiduría que tienen los técnicos y que el resto de la población ni se entera ni participa.
Es un momento oportuno para hacer un punto de inflexión de todo lo que ha sido la postura técnica, nos hemos dado cuenta que los técnicos somos sirvientes de lujo de un sector de la población cada vez menor que concentra cada vez más riqueza y nos ha dado como resultado la exclusión de nosotros mismos. Estamos al servicio de ese sector y que además de riquezas concentra a los mismos profesionales dejando sin trabajo a la mayoría de nosotros.
Esto lo hemos visto desde el punto de vista gremial, corporativo y hemos salido a reclamar espacios y lugares de trabajo, a obligar -en el caso de arquitectos- a que la firma técnica esté en todos lados. La población como resultado de esta exclusión nos ha dicho, miren no los necesitamos, lo que ustedes saben y aportan no lo precisamos, estamos con otras prioridades con otros problemas y lo que ustedes aprenden en la Universidad es para dar respuestas a un sector privilegiado de la sociedad.
Entonces nos encontramos, hasta por un problema de supervivencia, en una disyuntiva muy grande, hay que hacer un punto de inflexión y decir no estamos más al servicio de los poderosos, estamos horizontalmente con la población, estamos de igual a igual. Es bueno revisar aquello de que las vanguardias técnicas han sido desde principios del siglo XX las iluminadas y han creado ese concepto de vanguardia como algo fundamental. Pensar que hay que pasar a la retaguardia (logística) de la población, estar apoyándola en sus decisiones, en sus reflexiones, en su organización, en todo aquello que necesita la población y que nosotros podemos aportar.
Si de alguna manera estamos siendo excluidos por parte de la gente es por responsabilidad nuestra. Debemos hacernos una autocrítica muy grande a nuestros saberes, a nuestra metodología de aplicar esos saberes. En la Educación Popular se habla del “saber popular” y del “saber académico” y de cómo poder llegar a encontrarnos todos esos saberes, para dialogar y construír una nueva patria.
Es absolutamente fundamental para un Gobierno Popular la ubicación que tengamos los técnicos en nuestra propia cabeza y creo que desde “Mi hijo el Doctor” ha habido una concepción del técnico como un personaje superior y eso ha generado la propia exclusión de los técnicos.
Cuando los técnicos analizamos a la población en base a números, desde un escritorio, en base a encuestas que hacen terceras personas y a partir de allí queremos aplicar grandes soluciones, llegamos a la situación en la que estamos. Existen nuevas metodologías de trabajo para dar respuestas a la masividad de los problemas sociales, no hay solución que no sea cara a cara, del técnico en contacto directo con la gente. No podemos seguir aceptando que las soluciones provengan de un escritorio, que se basen en cifras y no en seres humanos.
El Uruguay ha formado muchos técnicos, ha gastado mucha plata o mejor dicho ha invertido mucho, y que todos los técnicos que hemos quedado relegados en esta avalancha neoliberal somos un recurso humano enorme, del cual podemos disponer para generar esa nueva forma de vínculo con la población. Estamos en igualdad de ubicación, mano a mano, entendiendo y haciendo entender las propuestas, creando un nuevo saber que provenga del intercambio y de la integración de todos los saberes. Un intercambio donde no hay cultura hegemónica que aplaste a las otras.
Tenemos técnicos a montones desocupados, sub-ocupados o haciendo tareas de control. Lo que es peor nos ha ganado en muchos casos la tecnocracia. Nos entretenemos justificando los salarios que nos pagan para controlar normas que fueron creadas en 1948, con la vacas gordas, y el 80% de las viviendas construidas en los últimos cinco años se hicieron por la población sin tener en cuenta las normas, sin tener en cuenta a los profesionales ni estar declaradas.
Eso significa que las normas no tienen nada que ver con la realidad, significa que estamos alimentando una tecnocracia absurda que está fuera de tiempo y de la realidad de la sociedad y atenta contra la refundación nacional que debemos encarar.
Entonces es cuando nos proponemos hacer un planteo heterodoxo. Hay ortodoxias de derecha y de izquierda y estamos viviendo un momento complejo, en un mar de incertidumbres y se hace necesario hacer algunas islas de esperanzas para poder convivir en ese mar. Construir esas islas está fundamentalmente en manos de nosotros, en ver que el cambio es posible. Ese cambio social debe ser un cambio con mayúsculas, absoluto. No creo posible encarar un gobierno popular tratando de contemplar las expectativas de los neoliberales. Frente a los planteos de esos sectores hay que tener posturas claras: no se puede servir a dos amos.
Recursos hay, si habrá recursos con todo lo que se ha ido en los fraudes de los Peirano y los Rhon, los negocios desastrosos de Ancap y otros despilfarros realizados. El punto es la voluntad política de donde aplicar esos recursos. Por supuesto que habrá que trabajar con recursos escasos pero hay que exigir que esos recursos (muchos o pocos) se vuelquen en primer lugar a la población que ha sido despojada por estos modelos neoliberales.
No se puede autocensurarse y pensar que no se puede hacer nada, sino veamos cómo influyen las movilizaciones realizadas por FUCVAM, como influye el respirarles en la nuca a los que están al frente de organismos de decisión. Hay que pensar que no podemos seguir así y que debemos cambiar las cosas desde ahora. El cambio ya empezó, estamos en un proceso de cambio.
El otro día me decía una técnica que estaba trabajando a contrapelo de lo que piensa, aprobando núcleos básicos, mandando gente a la periferia y ella pensaba que estaba cometiendo una falta ética. Pues entonces compañeros técnicos hay que empezar la resistencia desde ya y técnicamente hay que decir que lo que se propone está mal, que se está perjudicando a la población y hay que hacer sentir todos los días que los técnicos tenemos un rol político. No hay que escudarse en lo técnico para eludir responsabilidades por lo que se hace, de esa forma estamos apoyando una postura política que va en contra de nuestros principios. No hay postura técnica sin una reflexión política y no podemos huir de esa realidad. Nuestra propuesta es que no se debe maquillar más el cadáver del neoliberalismo, que es lo que se viene haciendo hasta ahora.
Hay que empezar a hacer propuestas con nuestras capacidades, con nuestras inventivas y creatividad, los técnicos con la población, buscando salidas sobretodo a los problemas de los sectores mas postergados. Nosotros, que trabajamos en el área de la vivienda, estamos proponiendo ver el tema como el Hábitat que es un concepto más global y que tiende a ver el problema como un todo.
Estamos proponiendo la Descentralización. Si hoy miramos la experiencia de varios años en Montevideo decimos ha retrocedido, pero lo ha hecho no por ella en sí sino por voluntad política de quienes la aplican. La descentralización puede ser muy buena o muy mala, lo central es que hay que tener voluntad política de descentralizar, de ceder poder. Hay dos tipos de poder, el poder sobre un sector al cual domino y dirijo o el otro concepto que es poder hacer, tener el poder de hacer en conjunto y transformar la realidad. Es fundamental poder hacer porque está todo para hacer y están los instrumentos para hacer. Si hay voluntad política los instrumentos están para encarar un cambio real.
Lógicamente precisamos algunas leyes para consolidar esos cambios pero se pueden ir haciendo con los instrumentos actuales y voluntad política.
Nosotros como MPP proponemos un gobierno popular con Poder Popular y tenemos herramientas para llevarlo adelante. Las herramientas son la descentralización, el presupuesto participativo.
El presupuesto del Ministerio de Vivienda, ¿por qué no puede ser manejado por la población y definir ella los destinos y prioridades de los rubros? Por ejemplo, en Brasil se maneja un 2 o 3 % del presupuesto en los organismos centrales y el resto se discute y define por las vías descentralizadas.
El eje fundamental sobre el cual trabajamos es el eje territorial. La gente vive en un determinado lugar físico y es allí donde debemos aplicar el conjunto de políticas sociales. Hay que elaborar junto a los técnicos y población paquetes de políticas sociales y productivas para trabajarlas en el eje del territorio, apostando a la organización de la población, a las organizaciones sociales que allí existen y creando nuevos ámbitos de participación. Hay que construir los canales directos para que la población discuta y decida sobre los temas que le interesan.
A veces la misma izquierda demuestra que no tiene mucha confianza en la población, creo que por allí pasa uno de los puntos centrales de nuestra acción y conciencia. Cómo no tener confianza en la población que ha sido excluida, mandada hacia la periferia de la ciudad y que en un acto de valentía y organización han estado ocupando tierras, haciéndose sus casas a contrapelo de la sociedad y todas sus normas. Es esa población que ha desarrollado el movimiento urbano más grande de los últimos 50 años, generando una periferia de asentamientos y un fenómeno social y urbano enorme.
Por supuesto no queremos que siga y que se consoliden esas situaciones de exclusión. Pero cómo lo vamos a revertir si no es con la población misma que está en esos lugares, hablando con nuestros compañeros que viven y desarrollan su trabajo político y social dentro de los asentamientos y que tienen las cosas mas claras que los técnicos. Esas personas saben lo que quieren y lo que necesitan y nosotros como técnicos debemos tomar esa información y ver de plantear en conjunto con la gente soluciones. Pero debe ser la población misma la que tome las resoluciones y decisiones de los aspectos que más importan para la vida de ellos mismos.
Los recursos para llevar estos planes adelante están y hay que exigirlos, no sólo los recursos económicos sino los humanos. Hay que irse organizando para reclamar que esos recursos se vuelquen en su totalidad para resolver los temas más importantes. Si la población pobre, que ha construido gran parte de la ciudad en poco tiempo y con sólo sus magros recursos no es capaz de resolver esos problemas, no se quién será capaz de hacerlo.
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