viernes, 29 de junio de 2007

Aritz Recalde: “La Universidad hoy está desfasada de los debates del país” (La Capital, sábado 23 de junio de 2007)

El sociólogo de la UNLP cuestiona el concepto de autonomía que sostienen sectores de la academia.

Matías Loja / La Capital

“En un país donde el 30 por ciento de la población es pobre, discutir por un alumno más en el consejo de la Universidad es una vergüenza para la historia del movimiento estudiantil”. De esta manera caracteriza el sociólogo Aritz Recalde el estado de los debates que marcan la agenda de las elecciones en varias universidades.

Profesor de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), y autor junto a su hermano Iciar del libro “Universidad y liberación nacional”, el académico afirma que las instituciones de enseñanza superior están “desfasadas de los debates del país”. Y considera que pese a ciertos logros, la Secretaría de Políticas Universitarias aún no está “al nivel de los desafíos que demanda la sociedad”.

—¿Por qué decidió estudiar el modelo de Universidad durante el peronismo?

—Hay una frase muy conocida que dice que la historia la escriben los vencedores. Y lamentablemente muchos de los trabajos historiográficos existentes no toman este tema, porque el peronismo fue expulsado de manera violenta en 1955 y en 1976. Quien gana en el 55 son básicamente los sectores vinculados a la izquierda, al liberalismo y sectores conservadores, que designan como rector interventor de la UBA, durante el gobierno de Aramburu, a José Luis Romero.

—¿Cuestiona la visión que indica a este período como el de mayor libertad y desarrollo científico?

—Totalmente, porque en realidad si hubo una etapa del país donde la ciencia aplicada al desarrollo tuvo logros fue durante la década 45-55, donde se monta la infraestructura básica nacional en temas de petróleo, transporte y electricidad. La universidad hasta entonces mostraba una desconexión entre lo que investigaba y las necesidades del país, rasgo que se vuelve a dar en el 55. Una universidad que se define por la excelencia más allá de la utilidad que tenga al país. Porque si se habla del premio Nobel Bernardo Houssay, también hay que hablar de la gestión de Ramón Carrillo, que termina con el paludismo. La del 55 al 66, que rediscute la universidad desde las 4 mil expulsiones, es la gestión de la “isla democrática”. Y esa universidad es la que tenemos actualmente, con niveles de desconexión con el exterior bastante grandes. Existieron logros en el ámbito de las ciencias sociales, pero que en lo político justificaron un orden represivo, y en términos económicos acompañaron el programa de Raúl Prebisch.

—¿Por qué plantea en su libro reparos a la reivindicación actual de la Reforma del 18?

—Si uno ve el proceso de nacionalización de estudiantes y docentes, es un proceso que si bien retoma lo positivo de la Reforma, le cuestiona lo que era disfuncional para el país. Disfuncional porque la Reforma del 18 nace a la sombra de un país que recién inauguraba el proceso de la ley Sáenz Peña y que pensaba ser un ámbito de construcción de una matriz cultural que iba a aportar al ascenso del yrigoyenismo. Pero cuando la sociedad avanza democráticamente la universidad se queda. Por eso a la Reforma del 18 se la reivindica con su idea de protagonismo estudiantil, pero en lo demás es anacrónica. De hecho, entre el 60 y el 73 la militancia universitaria no discute a Gabriel Del Mazo, sino a Fanon, Althusser, Jauretche y Scalabrini Ortiz.

—¿De qué manera se puede reactualizar este debate?

—Hoy cuando se tiene un sistema de partidos que funciona, más de veinte años de democracia continuada, seguir planteando que la vinculación entre política pública y universidad violenta su funcionamiento, me parece que es estar desconectado cien años. Lo que hoy se defiende en algunos ámbitos no es autonomía como la entendían en el 18, sino una apropiación y una malformación producto de una corporación que desconoce este planteo.

—¿Cómo evalúa los reclamos estudiantiles actuales?

—La universidad está desfasada de los debates del país. En un país con el 30 por ciento de pobres discutir un alumno más en el consejo de la universidad es una vergüenza para la historia del movimiento estudiantil. El nivel de apatía con los grandes problemas nacionales profundiza la desconexión, porque la gente común no entiende qué pasa en la Universidad. Uno analiza los conflictos de la universidad en el 40 y eran por gratuidad, para que ingrese a la facultad el hijo del obrero, una universidad industrial que formaba un técnico para garantizar un país con pleno empleo e inclusivo.

martes, 26 de junio de 2007

Proyecto de Ley: Día de la Gratuidad de la Enseñanza Universitaria

Artículo 1. Establecer el día 22 de noviembre como “Día de la Gratuidad de la Enseñanza
Universitaria”

Artículo 2. De forma.


FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

El 22 de noviembre del año 1949, el entonces presidente de la Nación Juan Domingo Perón firmó y promulgó el Decreto 29.337, con los siguientes considerándoos:

Ø Que el engrandecimiento y auténtico progreso de un pueblo estriba en gran parte en el grado de cultura que alcanza cada uno de los miembros que lo componen;

Ø Que por ello debe ser primordial preocupación del Estado disponer de todos los medios a su alcance para cimentar las bases del saber, fomentando las ciencias, las artes y la técnica en todas sus manifestaciones;

Ø Que atendiendo al espíritu y a la letra de la nueva Constitución es función social del Estado amparar la enseñanza universitaria a fin de que los jóvenes capaces y meritorios encaucen sus actividades siguiendo los impulsos de sus naturales aptitudes, en su propio beneficio y en el de la Nación misma;

Ø Que como medida de buen gobierno, el Estado debe prestar todo su apoyo a los jóvenes estudiantes que aspiren a contribuir al bienestar y prosperidad de la Nación, suprimiendo todo obstáculo que les impida o trabe el cumplimiento de tan notable como legítima vocación;

Ø Que dentro de la Nación y de acuerdo con la Misión específica que la ley les impone, son las Universidades especialmente, las encargadas de difundir la cultura y formar la juventud;

Ø Que una forma racional de propender al alcance de los fines expresados es el establecimiento de la enseñanza universitaria gratuita para todos los jóvenes que anhelen instruirse para el bien del país.

Con base en estos históricos contenidos señor presidente, y teniendo en cuenta principalmente:

Ø Que en su parte resolutiva el mencionado Decreto 29.337 del año 1949 suspendió, con anterioridad al 20 de junio de 1949 el cobro de los aranceles universitarios vigentes hasta ese momento.

Ø Que los libros de historia y tratados sobre el desarrollo y la problemática universitaria argentina no han recogido este antecedente, sea por olvido, por razones ideológicas o políticas.

Ø Que a partir de dicha fecha, las Universidades Nacionales suprimieron un arancel lo que posibilitó que millones de argentinos hijos de trabajadores, pudieran acceder a la cultura, a la educación superior y a la formación profesional universitaria.

Ø Que esta medida permitió que no quedaran inteligencias perdidas por exclusión económica, dando las bases para el ascenso social como fruto digno del esfuerzo, del estudio y del trabajo a toda la población argentina, especialmente a los más humildes.

Ø Que esta medida es una de las Políticas de Estado de mayor importancia social, cultural, científica y económica del País, junto a otras que posibilitaron la creación de empleo, riqueza y su justa distribución, haciendo real el acceso a la educación, la salud y la vivienda para todos.

Ø Que el Decreto 29.337 del año 1949 ha sido olvidado, como lo han sido muchos otros hitos históricos que marcaron una clara vocación de colocar al Estado en el rumbo de asumir su misión social, de crear y redistribuir la riqueza material y espiritual de la Nación para todo el pueblo argentino.

Ø Que el camino que marcó ese Decreto el 22 de noviembre de 1949, a pesar de los golpes de Estado y de las dictaduras sangrientas que asolaron a nuestro país y denostaron a los hacedores de la Patria, no pudo ser revertido durante los cincuenta y siete años que han pasado desde su promulgación.

Ø Que la gratuidad de la enseñanza universitaria pública sigue siendo hoy una realidad, patrimonio de toda la sociedad argentina.

Es por estas razones señor Presidente, que es nuestra misión en el Honorable Congreso de la Nación Argentina recordar dicho Decreto, que tanto beneficio significó para el pueblo y la Nación Argentina, ante lo cual le solicito a mis pares, acompañen el proyecto de ley presentado.


Firmantes: CANTERO GUTIERREZ, ALBERTO - ROSSO, GRACIELA ZULEMA - ROSSI, AGUSTIN OSCAR - FADEL, PATRICIA SUSANA - HERRERA, GRISELDA NOEMI - GENEM, AMANDA SUSANA.

viernes, 22 de junio de 2007

La extensión como factor orientador * (Carlos Sozzani)

La pertinencia como concepto rector

Un concepto que nos resulta particularmente relevante a la hora de rediseñar el modelo universitario es el de pertinencia, que tiene que ver con la valoración de la intervención activa de la universidad en el proceso de reconstrucción de la sociedad en sus distintas dimensiones: económica, social, cultural y política. Se relaciona también con “… un estrecho acercamiento entre los que producen conocimiento y los que se apropian de él, es decir, la comunidad de pertenencia de la universidad.” (1)

La pertinencia no debe entenderse como la subordinación a los requerimientos de coyuntura que derivan de las demandas del “mercado”; por el contrario, debe comportar un componente de visión y de orientaciones de largo plazo en objetivos y necesidades societales.

Comprender que la educación superior debe legitimar su razón de ser y sus actividades en función de las necesidades, demandas y aspiraciones de las sociedades de las que forman parte, implica desarrollar una cultura en la cual se reconozca que es la sociedad la que determina las prioridades y necesidades, y no la academia de manera unilateral. (2)

En este sentido, entendemos que los objetivos del sistema universitario deben articularse con los grandes lineamientos nacionales, los cuales podemos resumir, en una primera aproximación, de la siguiente manera:

• El desarrollo socioeconómico sustentable del país.
• La expansión de un sector productivo competitivo internacionalmente.
• El mejoramiento de la calidad de vida y la solución de las necesidades de la población.
• El aprovechamiento de las oportunidades que aparecen en la Sociedad del Conocimiento y la generación de nuevas oportunidades.
• La construcción de un Estado fuerte, conductor, promotor y protector.
• La reducción sustancial de los desequilibrios regionales y de la inequidad en la distribución del ingreso. (3)

El Plan Estratégico Bicentenario (4), elaborado por la SeCyT en base a diversas propuestas de prioridades para la investigación, provenientes de las Bases para un Plan Estratégico en Ciencia, Tecnología e Innovación, de Foros de Competitividad sectoriales y regionales realizados en distintas áreas ministeriales y de los acuerdos institucionales celebrados con diversas Secretarías de Estado, así como de otros sectores públicos y privados, seleccionó un conjunto de prioridades estratégicas. Algunas de ellas se enfocan hacia Áreas-Problema-Oportunidad, otras a Áreas Temáticas disciplinarias.

Áreas-Problema-Oportunidad:

a) Marginalidad, discriminación y derechos humanos.
b) Competitividad de la industria y modernización de sus métodos de producción.
c) Competitividad y diversificación sustentable de la producción agropecuaria.
d) Conocimiento y uso sustentable de los recursos naturales renovables y protección del medio ambiente.
e) Infraestructura y Servicios de Transporte.
f) Infraestructura energética. Uso racional de la energía.
g) Prevención y atención de la salud.
h) Políticas y gestión del Estado.
i) Política y Gestión Educativa.

Estas Áreas-Problema-Oportunidad corresponden a problemas del desarrollo productivo y social y a oportunidades emergentes en la producción de bienes y servicios, en los que la investigación científica y el desarrollo de tecnologías, fundamentalmente las llamadas emergentes, pueden aportar soluciones y/o nuevas perspectivas.

A su vez, las Áreas Temáticas prioritarias por disciplina son:

1. Biotecnología
2. Matemática Interdisciplinaria
3. Tecnología de la Información y las Comunicaciones
4. Educación
5. Trabajo, Empleo y Protección Social
6. Violencia Urbana y Seguridad Pública
7. Recursos Mineros
8. Tecnologías Biomédicas
9. Recursos del Mar y de la Zona Costera
10. Nanotecnología
11. Energía
12. Medio Ambiente y Remediación de la Contaminación Ambiental
13. Estado y Sociedad y Calidad de Vida
14. Agroindustrias y Agroalimentos
15. Microelectrónica
16. Materiales
17. Tecnología Espacial
18. Tecnología Nuclear


Autonomía científica o soberanía cognitiva

El concepto de pertinencia se encadena con el de autonomía científica o soberanía cognitiva, esto es con superar la dependencia cultural, científica y tecnológica, con perfilar modelos de producción de conocimiento propios acordes a nuestras necesidades de desarrollo. En función de esto, la universidad debe atender a las necesidades de las mayorías y dejar de buscar legitimación en la comunidad científica internacional. (5)

En palabras de Renato Dagnino: “Hay que dejar de creer ingenuamente en la versión tecnológica de la teoría del derrame que promete el desarrollo de tecnologías a cualquier costo con la esperanza de un derrame tecnológico para todos cuando ese derrame nunca llega: hoy los sin techo siguen construyendo sus casas como se hacía en la antigua Babilonia, o encaran sus cultivos con tecnologías extremadamente ineficientes y poco intensivas. Como en el hemisferio norte la población no ha crecido y no se encuentran con grandes problemas habitacionales no se ocupan de estas cuestiones, en cambio acá si es un grave problema y como reproducimos sin criticar las agendas científicas del norte seguimos dándole la espalda a las necesidades de la población.” (6)

Arturo Jauretche, en Los Profetas del Odio y la Yapa, también criticó el modelo de universidad dependiente: "Una Universidad Argentina de esta naturaleza, sólo será argentina por su radicación geográfica, y el lógico producto de esa Universidad serán los contadores que manejan las cifras y los asientos falsos de las empresas, los doctores en ciencias económicas que distribuyen las doctrinas de encargo que se importan, los filósofos e historiadores que adecuan el pensamiento y la versión de la historia conveniente a esos mismos intereses, los ingenieros que planifican y construyen sin vincular su obra con el destino nacional, los médicos que curan a los enfermos sin buscar las raíces económicas y sociales de los males, y los abogados y jueces que consolidan la estructura jurídica de la dependencia. El país necesita una Universidad profundamente politizada; que el estudiante sea parte activa de la sociedad y que incorpore a la técnica universalista la preocupación de las necesidades de la comunidad, el afán de resolverlas, y que, por consecuencia, no vea en la técnica el fin, sino el medio para la realización nacional." (7)

En la ponencia “Bases para una Política Nacional de Tecnología y Ciencia”, presentada en la Facultad de Ingeniería de la UBA, en diciembre de 1973, Varsavsky propuso: “En un país dependiente y con graves problemas sociales, esta ciencia funcional cuyos temas son motivados directa o indirectamente por problemas tecnológicos, es de lejos la más importante. Ni sus temas, ni sus métodos, ni la actitud social de sus trabajadores, coincidirán mucho con lo sancionado y aprobado por las grandes instituciones científicas del hemisferio norte que hasta ahora nos han servido de modelo. Señalamos como ejemplo, que una Universidad abierta al pueblo y organizada por grupos de investigación y trabajo más que por cátedras, puede encarar, con esos recursos humanos, problemas científicos de una amplitud nunca vista, sobre todo los que requieren la integración de grandes volúmenes de información interdisciplinaria o la multiplicación numerosa de experimentos sencillos. Es probable que estas diferencias de temas, métodos y actitudes vayan gradualmente conformando un ‘estilo científico’ que merezca llamarse Ciencia Nacional.” (8)


La extensión universitaria como elemento orientador

A partir de todo esto y a fin de cumplimentar el principio de pertinencia y comenzar a construir una verdadera autonomía científica o soberanía cognitiva, consideramos que el centro de gravedad o el esfuerzo principal de nuestra estrategia hacia la construcción del nuevo modelo universitario, debe ser la extensión, la más desvalorizada de sus funciones en los últimos años. Esto no implica relegar las otras dos funciones, docencia e investigación, sino comprender que el vínculo dialéctico que debe imperar entre las tres, debe en este momento ser reactivado a partir de la energía social y la conciencia nacional que permiten poner en marcha el nuevo proyecto de país. “De este modo, las funciones de la universidad y las necesidades sociales se retroalimentan en una relación dialéctica que permite miradas más significativas a la problemática social como objeto de investigación y la adecuación de las propuestas de formación a dichas demandas.” (9)

Renato Dagnino, en este sentido, propone el concepto de exvestigación, construir conocimiento “hacia afuera”, junto a los estudiantes y los movimientos sociales, un conocimiento orientado hacia los problemas. (10) Esto permitirá diseñar una política científica y tecnológica propia, que atienda a nuestras necesidades y que valorice las funciones de extensión como creadoras de conocimiento, contra aquellas concepciones de evaluación académica que sólo privilegian la contabilización de artículos en revistas internacionales.

Por todo esto, el nuevo modelo universitario no puede surgir sino de un intenso vínculo con el proceso de transformaciones abierto en nuestra patria. Porque, como escribió José Martí en Impresiones de América: “… al mundo nuevo corresponde la Universidad Nueva…”

Notas:

(1) Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Secretaría de Políticas Universitarias, Desatando nudos entre las instituciones de Educación Superior y la Sociedad, Gestión J. C. Pugliese, p. 115.
(2) Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Secretaría de Políticas Universitarias, Desatando nudos entre las instituciones de Educación Superior y la Sociedad, Gestión J. C. Pugliese, p. 86.
(3) Proyecto de Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Año 2004, SeCyT.
(4) Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación “Bicentenario” (2006-2010), SeCyT.
(5) Entrevista a Renato Dagnino, especialista en política científica, La Universidad es disfuncional a la sociedad y al país, por Carlos Borches, martes 3 de diciembre de 2002, en http://www.fcen.uba.ar/prensa/noticias/2002/opinion_03dic_2002.html
(6) Idem.
(7) A. Jauretche, Los Profetas del Odio y la Yapa. La colonización pedagógica. A. Peña Lillo Editor. Capital Federal, Octubre 1992, p. 196-197.
(8) O. Varsavsky, “Bases para una Política Nacional de Tecnología y Ciencia”, ponencia leída en la Facultad de Ingeniería de la UBA, diciembre de 1973, en Lezama, Número 8, noviembre de 2004.
(9) A. S. Saravia y M. T. Álvarez, “La UNSa entre el nivel académico y el aislamiento social. Las funciones de investigación y extensión en las universidades”, en Desatando nudos entre las instituciones de Educación Superior y la Sociedad, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Secretaría de Políticas Universitarias, Gestión J. C. Pugliese, p. 279-280.
(10) R. Dagnino, Construindo uma Universidade sustentável, social e economicamente includente, Dep. de Política C&T Unicamp, powerpoint en
www.cori.unicamp.br/IAU/arquivos/dagnino.ppt

* Este texto forma parte del trabajo “EL SERVICIO SOCIAL UNIVERSITARIO COMO VECTOR DE TRANSFORMACIONES”, de Carlos Sozzani, diciembre de 2006.

miércoles, 20 de junio de 2007

El Técnico en la lucha hacia un Gobierno Popular (Charla de Ricardo Muttoni)

Nosotros nos hemos nucleado en base al eje vivienda con muchos compañeros, pero a medida que profundizamos en el tema nos damos cuenta que la vivienda en sí pasa a segundo plano frente a las prioridades de la población. El problema en el Uruguay no es que no haya viviendas o sea imposible construirlas sino que el problema es la población que ha sido desplazada de sus viviendas por la imposibilidad de pagar su vivienda.

En esto los técnicos tenemos un rol importante a jugar pero nos ha ganado la cabeza el neoliberalismo, con tantos años de bombardeo ideológico al final nos estamos creyendo el discurso neoliberal.

En esta semana se nos planteaba, a través del análisis del cambio de Ministro de Economía, la dicotomía que existe, la diferencia que hay entre un Ministro político y uno técnico. No ha habido cambio ninguno en la política económica que es lo que a la población le interesa, puede haber cambio en el modelo de relacionamiento con la sociedad que promueven dos políticos y donde uno de ellos pone por delante el nombre de técnico.

Y digo pone por delante el ser técnico porque es hora de discutir nosotros los técnicos cómo nos dejamos usar y cómo usamos nosotros a los no técnicos poniendo por delante la cuestión del saber o del aparente saber. Digo aparente porque hasta el año 1492 la tierra era plana y los técnicos de Salamanca así lo decían, resulta que después no era plana sino redonda y después era como una pera. Cuando nosotros los técnicos creemos en algo lo ponemos por delante de todo y es la verdad revelada y a partir de ahí los demás deben someterse a lo que decimos.

La Universidad nos ha estado formando con una seguridad de lo que se enseña que es soberbia. Incluso existe lo que llamaríamos el Despotismo Ilustrado, se gobierna en base a una supuesta sabiduría que tienen los técnicos y que el resto de la población ni se entera ni participa.

Es un momento oportuno para hacer un punto de inflexión de todo lo que ha sido la postura técnica, nos hemos dado cuenta que los técnicos somos sirvientes de lujo de un sector de la población cada vez menor que concentra cada vez más riqueza y nos ha dado como resultado la exclusión de nosotros mismos. Estamos al servicio de ese sector y que además de riquezas concentra a los mismos profesionales dejando sin trabajo a la mayoría de nosotros.

Esto lo hemos visto desde el punto de vista gremial, corporativo y hemos salido a reclamar espacios y lugares de trabajo, a obligar -en el caso de arquitectos- a que la firma técnica esté en todos lados. La población como resultado de esta exclusión nos ha dicho, miren no los necesitamos, lo que ustedes saben y aportan no lo precisamos, estamos con otras prioridades con otros problemas y lo que ustedes aprenden en la Universidad es para dar respuestas a un sector privilegiado de la sociedad.

Entonces nos encontramos, hasta por un problema de supervivencia, en una disyuntiva muy grande, hay que hacer un punto de inflexión y decir no estamos más al servicio de los poderosos, estamos horizontalmente con la población, estamos de igual a igual. Es bueno revisar aquello de que las vanguardias técnicas han sido desde principios del siglo XX las iluminadas y han creado ese concepto de vanguardia como algo fundamental. Pensar que hay que pasar a la retaguardia (logística) de la población, estar apoyándola en sus decisiones, en sus reflexiones, en su organización, en todo aquello que necesita la población y que nosotros podemos aportar.

Si de alguna manera estamos siendo excluidos por parte de la gente es por responsabilidad nuestra. Debemos hacernos una autocrítica muy grande a nuestros saberes, a nuestra metodología de aplicar esos saberes. En la Educación Popular se habla del “saber popular” y del “saber académico” y de cómo poder llegar a encontrarnos todos esos saberes, para dialogar y construír una nueva patria.

Es absolutamente fundamental para un Gobierno Popular la ubicación que tengamos los técnicos en nuestra propia cabeza y creo que desde “Mi hijo el Doctor” ha habido una concepción del técnico como un personaje superior y eso ha generado la propia exclusión de los técnicos.

Cuando los técnicos analizamos a la población en base a números, desde un escritorio, en base a encuestas que hacen terceras personas y a partir de allí queremos aplicar grandes soluciones, llegamos a la situación en la que estamos. Existen nuevas metodologías de trabajo para dar respuestas a la masividad de los problemas sociales, no hay solución que no sea cara a cara, del técnico en contacto directo con la gente. No podemos seguir aceptando que las soluciones provengan de un escritorio, que se basen en cifras y no en seres humanos.

El Uruguay ha formado muchos técnicos, ha gastado mucha plata o mejor dicho ha invertido mucho, y que todos los técnicos que hemos quedado relegados en esta avalancha neoliberal somos un recurso humano enorme, del cual podemos disponer para generar esa nueva forma de vínculo con la población. Estamos en igualdad de ubicación, mano a mano, entendiendo y haciendo entender las propuestas, creando un nuevo saber que provenga del intercambio y de la integración de todos los saberes. Un intercambio donde no hay cultura hegemónica que aplaste a las otras.

Tenemos técnicos a montones desocupados, sub-ocupados o haciendo tareas de control. Lo que es peor nos ha ganado en muchos casos la tecnocracia. Nos entretenemos justificando los salarios que nos pagan para controlar normas que fueron creadas en 1948, con la vacas gordas, y el 80% de las viviendas construidas en los últimos cinco años se hicieron por la población sin tener en cuenta las normas, sin tener en cuenta a los profesionales ni estar declaradas.

Eso significa que las normas no tienen nada que ver con la realidad, significa que estamos alimentando una tecnocracia absurda que está fuera de tiempo y de la realidad de la sociedad y atenta contra la refundación nacional que debemos encarar.

Entonces es cuando nos proponemos hacer un planteo heterodoxo. Hay ortodoxias de derecha y de izquierda y estamos viviendo un momento complejo, en un mar de incertidumbres y se hace necesario hacer algunas islas de esperanzas para poder convivir en ese mar. Construir esas islas está fundamentalmente en manos de nosotros, en ver que el cambio es posible. Ese cambio social debe ser un cambio con mayúsculas, absoluto. No creo posible encarar un gobierno popular tratando de contemplar las expectativas de los neoliberales. Frente a los planteos de esos sectores hay que tener posturas claras: no se puede servir a dos amos.

Recursos hay, si habrá recursos con todo lo que se ha ido en los fraudes de los Peirano y los Rhon, los negocios desastrosos de Ancap y otros despilfarros realizados. El punto es la voluntad política de donde aplicar esos recursos. Por supuesto que habrá que trabajar con recursos escasos pero hay que exigir que esos recursos (muchos o pocos) se vuelquen en primer lugar a la población que ha sido despojada por estos modelos neoliberales.

No se puede autocensurarse y pensar que no se puede hacer nada, sino veamos cómo influyen las movilizaciones realizadas por FUCVAM, como influye el respirarles en la nuca a los que están al frente de organismos de decisión. Hay que pensar que no podemos seguir así y que debemos cambiar las cosas desde ahora. El cambio ya empezó, estamos en un proceso de cambio.

El otro día me decía una técnica que estaba trabajando a contrapelo de lo que piensa, aprobando núcleos básicos, mandando gente a la periferia y ella pensaba que estaba cometiendo una falta ética. Pues entonces compañeros técnicos hay que empezar la resistencia desde ya y técnicamente hay que decir que lo que se propone está mal, que se está perjudicando a la población y hay que hacer sentir todos los días que los técnicos tenemos un rol político. No hay que escudarse en lo técnico para eludir responsabilidades por lo que se hace, de esa forma estamos apoyando una postura política que va en contra de nuestros principios. No hay postura técnica sin una reflexión política y no podemos huir de esa realidad. Nuestra propuesta es que no se debe maquillar más el cadáver del neoliberalismo, que es lo que se viene haciendo hasta ahora.

Hay que empezar a hacer propuestas con nuestras capacidades, con nuestras inventivas y creatividad, los técnicos con la población, buscando salidas sobretodo a los problemas de los sectores mas postergados. Nosotros, que trabajamos en el área de la vivienda, estamos proponiendo ver el tema como el Hábitat que es un concepto más global y que tiende a ver el problema como un todo.

Estamos proponiendo la Descentralización. Si hoy miramos la experiencia de varios años en Montevideo decimos ha retrocedido, pero lo ha hecho no por ella en sí sino por voluntad política de quienes la aplican. La descentralización puede ser muy buena o muy mala, lo central es que hay que tener voluntad política de descentralizar, de ceder poder. Hay dos tipos de poder, el poder sobre un sector al cual domino y dirijo o el otro concepto que es poder hacer, tener el poder de hacer en conjunto y transformar la realidad. Es fundamental poder hacer porque está todo para hacer y están los instrumentos para hacer. Si hay voluntad política los instrumentos están para encarar un cambio real.

Lógicamente precisamos algunas leyes para consolidar esos cambios pero se pueden ir haciendo con los instrumentos actuales y voluntad política.

Nosotros como MPP proponemos un gobierno popular con Poder Popular y tenemos herramientas para llevarlo adelante. Las herramientas son la descentralización, el presupuesto participativo.

El presupuesto del Ministerio de Vivienda, ¿por qué no puede ser manejado por la población y definir ella los destinos y prioridades de los rubros? Por ejemplo, en Brasil se maneja un 2 o 3 % del presupuesto en los organismos centrales y el resto se discute y define por las vías descentralizadas.

El eje fundamental sobre el cual trabajamos es el eje territorial. La gente vive en un determinado lugar físico y es allí donde debemos aplicar el conjunto de políticas sociales. Hay que elaborar junto a los técnicos y población paquetes de políticas sociales y productivas para trabajarlas en el eje del territorio, apostando a la organización de la población, a las organizaciones sociales que allí existen y creando nuevos ámbitos de participación. Hay que construir los canales directos para que la población discuta y decida sobre los temas que le interesan.

A veces la misma izquierda demuestra que no tiene mucha confianza en la población, creo que por allí pasa uno de los puntos centrales de nuestra acción y conciencia. Cómo no tener confianza en la población que ha sido excluida, mandada hacia la periferia de la ciudad y que en un acto de valentía y organización han estado ocupando tierras, haciéndose sus casas a contrapelo de la sociedad y todas sus normas. Es esa población que ha desarrollado el movimiento urbano más grande de los últimos 50 años, generando una periferia de asentamientos y un fenómeno social y urbano enorme.

Por supuesto no queremos que siga y que se consoliden esas situaciones de exclusión. Pero cómo lo vamos a revertir si no es con la población misma que está en esos lugares, hablando con nuestros compañeros que viven y desarrollan su trabajo político y social dentro de los asentamientos y que tienen las cosas mas claras que los técnicos. Esas personas saben lo que quieren y lo que necesitan y nosotros como técnicos debemos tomar esa información y ver de plantear en conjunto con la gente soluciones. Pero debe ser la población misma la que tome las resoluciones y decisiones de los aspectos que más importan para la vida de ellos mismos.

Los recursos para llevar estos planes adelante están y hay que exigirlos, no sólo los recursos económicos sino los humanos. Hay que irse organizando para reclamar que esos recursos se vuelquen en su totalidad para resolver los temas más importantes. Si la población pobre, que ha construido gran parte de la ciudad en poco tiempo y con sólo sus magros recursos no es capaz de resolver esos problemas, no se quién será capaz de hacerlo.

viernes, 15 de junio de 2007

PALABRAS DE DANIEL FILMUS EN LA PRESENTACIÓN DE INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIÓN PARA EL DESARROLLO SUSTENTABLE

Casa Rosada, 14 de junio.

Muy buenas tardes a todas y todos; señor Presidente de la Nación; señor Gobernador de la provincia de Buenos Aires; señores ministros; señores secretarios de Estado; señores rectores y rectoras de universidades argentinas; académicos; amigos; quiero decir también que para nosotros es un honor que esté entre nosotros la Doctora Yolanda Ortiz, que fue la Secretaria de Política Ambiental del último Gobierno del General Perón, así que muchísimas gracias por participar y compartir este momento con nosotros: muy brevemente quiero decir que estamos con este decreto, que acaba de firmar el Presidente de la Nación, cumpliendo con una asignatura pendiente.

Argentina tiene que ponerse a la cabeza de los países que defiendan el desarrollo sustentable, y para hacerlo no sólo necesita de acciones, sino de una política de investigación, a mediano y largo plazo, que le permita prever, porque estamos hablando de temas que tienen que ver no con la coyuntura, sino con el futuro de la humanidad, con el futuro del desarrollo de la economía argentina y con temas que realmente necesitan la intervención del Estado.

En estos últimos días se estuvo discutiendo bastante si es verdad que existen dos modelos y hay un modelo diferente de desarrollo del país. Mirando hacia atrás y mirando hacia delante creemos que esta es una discusión clara: si el Estado tiene que jugar un papel rector respecto del desarrollo sustentable o esto puede quedar librado al mercado.

Cuando queda librado al mercado la maximización de las ganancias la perspectiva de qué sustentabilidad tiene el desarrollo es de muy corto plazo, porque se trata de la coyuntura y del momento y nosotros estamos jugando, nada más y nada menos, que con nuestro planeta, estamos jugando con las condiciones en las cuales nuestros chicos, nuestros jóvenes se van a desarrollar y con las cuales van a crecer, estamos realmente entrando en profundidad a uno de los principales temas del futuro de la humanidad y lo que nosotros vemos cotidianamente es que las reglas del mercado lo que hacen es deteriorar, cada vez más, las condiciones en que ese desarrollo está generándose.

Voy a decir tres cuestiones, respecto del Estado y de este instituto de investigación. La primera y fundamental es que nosotros necesitamos generar una sinergia entre todos los proyectos y programas de investigación, que ya estamos llevando adelante y esto sólo lo puede hacer el Estado. Cada universidad, hay muchas universidades, muchos institutos de investigación del CONICET tienen trabajo en esta dirección.

La función de este instituto - como lo ha planteado Romina - tiene que ver con la posibilidad de coordinar los esfuerzos, que los científicos están haciendo en el país y generar una posibilidad de sumatoria que nos permita a nosotros tener una estrategia a mediano y largo plazo.

Cuando hace poco tiempo, el Presidente de la Nación definió la política científica hacia el Bicentenario colocó entre los diez principales temas, que la Argentina tiene que encarar hacia el 2010, como una etapa hacia el 2016, el tema de la sustentabilidad ambiental. Y realmente – insisto en este tema - todavía tenemos asignaturas pendientes.

Un segundo aspecto que me parece importante - el primero en la articulación de la investigación - es que este instituto tiene que ser rector y marcar cuáles son las problemáticas, algunas de las cuales se definieron recién, en donde tenemos que centrar nuestros recursos.

Argentina no es un país, a pesar del crecimiento que hemos tenido en los recursos para la investigación, que tenga recursos ilimitados y necesita que haya un organismo, como va a ser este instituto, que sea rector de hacia dónde orientar región por región las investigaciones que nosotros necesitamos desarrollar en este sentido.

Un tercer tema en el que ya hemos empezado a trabajar bastante con la provincia de Buenos Aires y con el gobernador Solá, coordinado siempre por Romina, es el tema de la educación en el desarrollo sustentable. Buena parte de nuestro futuro depende de qué educación tengan nuestros chicos y jóvenes respecto de la importancia que tiene en el planeta el cuidado de la sustentabilidad.

Hasta ahora casi no le hemos dado importancia, pero, a todos los adultos que estamos acá le pasará lo mismo: nuestros chicos cuidan mucho más el medio ambiente que nosotros. Es uno de los temas clásicos por el cual ellos nos están indicando qué hacer y qué no hacer porque, por la educación no formal y por lo que hacen en las escuelas, están definiendo en buena medida cuáles son nuestras conductas.

Hemos hecho una agenda por primera vez junto la Secretaría de Desarrollo para cada chico de las escuelas nuestras del mismo grado para que todos tengan una herramienta para educarse en el cuidado del medio ambiente. Creemos que este trabajo, que va a ser en buena medida resultado de la traducción de las investigaciones que haga el Instituto en los aspectos pedagógicos y didácticos para cada una de las edades, es fundamental. Una de las cuestiones a la que la Secretaría de Desarrollo Sustentable no se había dedicado fuertemente hasta ahora y, sin lugar a dudas, no sólo depende de esto el futuro del país sino también el futuro de la humanidad.

Argentina ha crecido en los últimos cuatro años 48,5 por ciento, esto es para estar contentos y realmente, creo, es uno de los grandes desafíos que hemos encarado a partir de 2003, pero hay un aspecto que me parece importante definir: el crecimiento por sí mismo no nos pone contentos.

Entre el 93 y el 98 Argentina creció el 5,5 por ciento anual en promedio; hubo crecimiento económico pero la gente estuvo cada vez peor. Entonces, es tan importante el crecimiento como el modelo que genera el crecimiento y para que éste sea sustentable en el tiempo, tiene que tener dos requerimientos básicos: el primero, sin lugar a dudas, es un modelo atado a un mecanismo de distribución del ingreso que permita que los beneficios del crecimiento lleguen a todos, no esperar que se llene la copa para que algo gotee para los que menos tienen, sino zamarrear la copa desde el mismo modelo de crecimiento.

No queremos que haya un modelo de producción y otro de distribución, sino que el mismo modelo de producción esté definiendo entre quiénes se distribuyen. Un modelo de producción basado en la educación, la ciencia y la tecnología, como estamos proponiendo, es el modelo más igualitario que puede concebir la humanidad.

La segunda cuestión es que no estaríamos contentos si nuestro modelo de crecimiento a su vez estuviese hipotecando el futuro de nuestros chicos y jóvenes.

Este Instituto y la preocupación por estos temas que está mostrando la Argentina en los últimos años, dice que nosotros estamos creciendo, que ese crecimiento puede continuar y que no tiene que poner en peligro la sustentabilidad del ambiente, no sólo de la humanidad sino, en particular, de nuestro país.

Por eso, realmente desde el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, saludamos a Romina en esta iniciativa, comprometemos nuestro apoyo y el todo el aparato científico tecnológico de la Argentina, que sabemos que es uno de los más poderosos de la región; vamos a estar trabajando en conjunto para poder llevar realmente esta problemática en profundidad como lo va a hacer el Instituto que está creando la Secretaría de Desarrollo Sustentable con esta propuesta.

Muchas gracias. (APLAUSOS)

Fuente: Presidencia

miércoles, 13 de junio de 2007

Una gesta poco conocida (Ernesto Villanueva, rector de la UBA en 1973)

La Universidad tiene su “historia oficial”. Como por demasiado años ha sido hegemonizada por un progresismo gorila, esa historia oficial nos habla de una época oscura entre 1946 y 1955, ignorando que nuestro último premio Nobel se formó en aquellos años; y de una década dorada, la del 55 al 66, científica y democrática, olvidando que formaba parte de un esquema fuertemente represivo. Con ese diseño de análisis resulta muy engorroso mencionar la experiencia que se da entre 1973 y 1974, 16 meses en los que se llevó adelante un intento revolucionario de transformación.

A la llegada de Cámpora, se designan autoridades universitarias de un signo diferente tanto a las del 46 cuanto a las del 55. En la Universidad de Buenos Aires, asume Rodolfo Puiggrós, historiador, intelectual, peronista, de concepción teórica marxista, y sobre todo militante. Con él acceden al gobierno una camada de jóvenes docentes imbuidos de una concepción muy acabada de la función que debía cumplir la universidad acompañando las luchas populares.

Esa concepción había tenido su origen en las denominadas cátedras nacionales que surgieron en los últimos años de la dictadura de Lanusse tanto en sociología como en arquitectura.

Esa visión tenía tres grandes ejes. Por un lado, una crítica profunda de qué se estudiaba en las universidades. Esto es, se planteaba por aquel entonces que el conocimiento impartido en las casas de altos estudios debía ser aquel que necesitara nuestro país y nuestro pueblo, que no existía una búsqueda de la verdad absoluta, que el desarrollo de la ciencia estaba atado a intereses concretos y que nosotros debíamos privilegiar los de Argentina y los argentinos. Era una pregunta, pues, por el qué estudiar.

En segundo término, se planteaba que la universidad tenía un contenido elitista, que no condecía con la expansión educativa que había alcanzado Argentina hacia los sesenta y que, por ende, la enseñanza superior debía abrirse de modo tal de incrementar exponencialmente el número de alumnos. Por consiguiente, resultaba imprescindible disponer de un sistema de ingreso que no obturara las posibilidades de estudio para la juventud. Era una pregunta, pues, por quiénes debían estudiar.

En tercer término, se cuestionaba la metodología libresca de adquirir conocimiento. Estábamos muy influidos por el pedagogo brasileño Paulo Freire, quien propugnaba una primacía de la práctica en la adquisición de conocimiento. Era una pregunta, pues, sobre cómo estudiar.

Decíamos que la universidad debía estar al servicio del pueblo. De ahí la idea que nuestra universidad debía llamarse Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires. Y esa consigna, y aquellas visiones sobre qué, quiénes y cómo estudiar tratamos de llevarlas a la práctica en el marco de un medio muy conservador y jerarquizado como era (y es) la universidad.

En menos de un año, llevamos adelante reformas curriculares de casi todas las carreras que por entonces se dictaban con el ánimo que los conocimientos generales (historia argentina, estructura social de nuestro país) no fuera monopolio de los que se especializarían en el futuro en las ciencias sociales sino de todos lo que pasaran por la Universidad, con el ánimo de que esos conocimientos se aplicaran sobre todo a favor de los sectores más humildes.

En menos de un año, pues, establecimos apoyos jurídicos gratuitos a cargo de docentes jóvenes y de estudiantes de los últimos años en diversas partes de Capital y del Gran Buenos Aires, establecimos asistencia sanitaria preventiva en muchas villas, conformamos estructuras de apoyo a las pequeñas empresas desde el punto de vista contable y administrativo.

En menos de un año, llevamos adelante una fábrica de genéricos para cubrir las necesidades de los hospitales universitarios y de los que se asociaban a ellos.

Se modificó la estructura feudal de cátedra por sistemas más interactivos de relación docente alumno, se planteó la necesidad de sistemas de evaluación alternativos a los que se usaban tradicionalmente, con las bolillas, estar en capilla y toda una parafernalia reaccionaria que todavía hoy algunos añoran.

Por supuesto, se estableció el ingreso irrestricto con los problemas consiguientes de recursos que ello significó. En fin, se movilizaron las voluntades, la solidaridad, el compromiso de modo tal que la universidad dejara de ser el coto cerrado de los oligarcas de aquel entonces.

Demás está decir que aquella experiencia fue parcial, no sólo por lo corta en el tiempo sino que se dio en el marco de una crisis, que nosotros creíamos revolucionaria y que pronto se reveló como de hegemonía, esto es, de recomposición de los sectores dominantes.

De aquellos años nos quedan aquellas preguntas: qué, quiénes, cómo, que en cada período histórico requieren respuestas diferentes. Pero, sobre todo, nos queda un compromiso: la universidad se justifica sí en la creación de conocimiento, en su difusión, en la innovación y la investigación, pero todo ello debe estar al servicio de lo nacional y lo popular.

viernes, 8 de junio de 2007

LA UNIVERSIDAD AL SERVICIO DEL PUEBLO (Respuesta a Carlos Astarita, por Sebastián Demiryi)

El 30 de mayo del 2007 el Profesor titular de Historia Medieval, Carlos Astarita, hizo pública una Carta Abierta a la comunidad académica de la Facultad de Filosofía y Letras, cuestionando la actual gestión de Hugo Trinchero.

En su declaración, Astarita manifestó su disconformidad con el eje planteado por la Secretaría de Investigación de la Facultad de que la “investigación tiene que estar al servicio de la sociedad”. El medievalista considera que “reaparece aquí una conexión de interés: ‘ponerse al servicio de’ es un descenso al servilismo de la inteligencia. Es el afán del burócrata que desea hacerse un camino, pero no es el camino de la ciencia y la cultura.”

Frente a estas declaraciones le queremos aclarar al señor Astarita que:

1) La Universidad Pública es parte del Estado, y como tal es financiada por todo el Pueblo Argentino. Por lo tanto, poner la investigación al servicio del Pueblo no es ningún “descenso al servilismo de la inteligencia”, sino una devolución institucional a quien la sostiene cotidianamente, más allá de que sectores privilegiados podamos gozar de su acceso (Astarita entre ellos).

2) La Universidad de Buenos Aires ha sido modelada desde la dictadura hasta nuestros días como una burbuja o isla ajena a las grandes problemáticas nacionales reproduciéndose de manera fragmentada y autocomplaciente. La Facultad de Filosofía y Letras no ha sido ajena a esta realidad. Salvando excepciones, ha venido desarrollando un conocimiento en si mismo, de puro consumo interno, que seguramente serán interpretados por el señor Astarita como “el camino de la ciencia y la cultura”.

El señor Astarita continúa su carta sosteniendo que “con abstracción del escollo práctico que esto supone (poner la investigación al servicio de la sociedad), en verdad irresoluble fuera del despotismo más abyecto (¿quién determina lo que la sociedad requiere?), la experiencia indica que en el estado inicial de la investigación debe reinar la más generosa libertad.”

Aquí el señor Astarita parece olvidar el terrible régimen de categorizaciones que envuelven a nuestros graduados y profesores -como herencia de la década del ´90- en el estrecho mundo de la producción de papers y ponencias sobre infinidad de temáticas que por su cosmopolitismo y falta de direccionalidad, no hacen sino reproducir los cánones neoliberales de la producción de conocimiento. ¿De qué libertad habla? ¿De la Universidad profesionalista? ¿Acaso de la libertad del mercado del conocimiento o de un idílico laboratorio del saber del cual salen ideas bonitas para que las tome el que quiera? Estaría buena la Universidad de Astarita, ¿no?

“Por iniciativa del decanato se han realizado en la facultad homenajes colectivos, a historiadores revisionistas, e individuales, a Rodolfo Puiggrós y Abelardo Ramos. Expresan un ideal de trabajo en verdad no muy trabajoso si se tiene imaginación. El ensayismo se antepone aquí al rigor que se enseña en las clases.” Aquí queremos rescatar no sólo al revisionismo histórico vapuleado por la historiografía liberal-marxista-mitrista, sino también al ensayo como forma de producción académica. Pero claro, el señor Astarita siempre esta más allá inspirándonos con clases de 4 horas de alto rigor científico.

Por último el académico “de la ciencia y la cultura” nos desvela en relación al Centro Cultural Paco Urondo, por él considerado una Unidad Básica Justicialista por el sólo pecado de hablar bien del Peronismo, advirtiendo a la comunidad que “un alineamiento oficialista tan obsecuente es grave; lo muestra la historia de las universidades en el siglo XV, cuando sus profesores renunciaron al pensamiento soberano para ser útiles al poder político.” ¡¡¡Ja, ja, ja!!! ¡¡¡Astarita es independiente y soberano de su tiempo y de su espacio!!! ¡¡¡Por favor!!!

¿Será que Astarita en realidad está enojado por que la actual gestión de la Facultad no lo deja renovar la Dirección del Instituto de Historia Antigua y Medieval, José Luis Romero? De ser así, estaríamos hablando de otra cosa y no escondiéndola bajo una retórica tan enfervorizada

Desde el Movimiento Universitario Evita queremos expresar nuestro total rechazo al modelo de universidad que este señor expresa, puesto que entendemos necesario para la Universidad una reformulación de su sentido fortaleciendo su orientación social.

Entendemos que la Universidad se debe democratizar. Esto es, que el conjunto de nuestro pueblo, que es quien la sostiene cotidianamente, pueda discutir su orientación. Democratizar la Universidad es poder planificar su rumbo, abriéndola a nuestro pueblo, poniéndola a su servicio, rompiendo la lógica de aquellos sectores políticos que sólo pretenden el control “autónomo” de una fuente de financiamiento para sostener sus estructuras. Democratizar la Universidad es avanzar en la implementación del Servicio Social Universitario, que permitirá que los estudiantes se relacionen con los problemas sociales de su entorno y cooperen en su resolución, produciendo una devolución social e integrando el conocimiento adquirido.

Por eso decimos que DEMOCRATIZAR LA UNIVERSIDAD ES ABRIRLA AL PUEBLO. Porque llegó la hora de dejar de hablar de cambio, para salir a formar parte de él.

miércoles, 6 de junio de 2007

LA UNIVERSIDAD GORILA: carta abierta de Carlos Astarita

Buenos Aires, 30 de mayo de 2007


Al finalizar la reunión de investigadores del 21-05-07, el secretario de investigación, Claudio Guevara, molesto por mis críticas, me preguntó de qué lado estaba. Quería saber si me alineaba con la gestión o con sus enemigos. El requerimiento, perentorio, realizado ante varios colegas, y que originó una ríspida discusión, me obliga a aclarar mi posición.

1) Dejo de lado el hecho simple y axiomático de que clasificar es no pensar. Analizo la formulación en sí misma.

Al parecer, miembros de la gestión consideran enemigos a los que en historia forman la "mayoría de profesores", los llamados modernos, dicho esto con prescindencia de algún grupo residual.

La pregunta estaba entonces destinada a que tomara posición con referencia a un eje ordenador.

Aclaro que con esa "mayoría de profesores" mantengo diferencias importantes, que hace poco tuve oportunidad de recordar. Para aludir solamente a dos: a) estimo que debe haber un solo claustro docente con igualdad de derechos electorales, desde ayudantes a titulares, sean concursados o interinos; b) defiendo las cátedras paralelas como recurso de pluralidad.

Pero estas diferencias no los convierte en mis enemigos. Son, más sencillamente, colegas, compañeros de trabajo, que opinan distinto.

Descifrar esto no es inocuo; objeta el uso de un concepto nefasto para la convivencia académica. Aplicado desde la izquierda, conduce a prácticas estalinistas: perseguir, anular, suprimir, expulsar. Palabras parecidas atribuyó el decanato a Rodolfo Puiggrós en la creencia que lo honraban. Demostrar simpatías por alguna tradición autoritaria es una mala costumbre que suelen tener quienes aspiran a transformaciones rudimentarias.

2) Se vincula con este modo de contemplar las cosas una noción que repitieron los dos secretarios de investigación que se sucedieron en esta gestión: "la investigación tiene que estar al servicio de la sociedad".

Con abstracción del escollo práctico que esto supone, en verdad irresoluble fuera del despotismo más abyecto (¿quién determina lo que la sociedad requiere?), la experiencia indica que en el estado inicial de la investigación debe reinar la más generosa libertad. Ni Einstein para su teoría de la relatividad ni Marx para develar el secreto de la plusvalía recibieron el "mandato social" de algún funcionario ilustrado. Cuando esa orden guió al trabajo científico nació Lysenko.

Es necesario, entonces, invertir la fórmula: no es el investigador el que tiene que estar al servicio de la sociedad; es la sociedad la que debe servirse del investigador.

Pero no se trata sólo del condicionamiento previo. La cautela es aquí aconsejable por un criterio gnoseológico que Hegel explotó con sabiduría: toda posición puede tener su lugar como un momento particular de la verdad. La divergencia no hace más que enriquecernos si nos comportamos como activos constructores de conocimiento, aun cuando su papel no pase de permitirnos pensar en oposición.

3) Por iniciativa del decanato se han realizado en la facultad homenajes colectivos, a historiadores revisionistas, e individuales, a Rodolfo Puiggrós y Abelardo Ramos. Expresan un ideal de trabajo en verdad no muy trabajoso si se tiene imaginación. El ensayismo se antepone aquí al rigor que se enseña en las clases. Desconozco si en alguna universidad del mundo se cultiva aun el tipo de historiador que desvela al decano, aunque sospecho que ha querido obsequiarnos con una deplorable excentricidad.

4) No son menos insólitos acontecimientos que sucedieron en la facultad. Menciono sólo dos.

El primero consistió en nombrar como jurado de una tesis de doctorado sobre iglesia visigoda al Dr. Mariano Rodríguez Otero, profesor de historia contemporánea. No es un detalle agregar que en la facultad y en el país hay acreditados especialistas en el tema.

El segundo, del mismo tenor, es intentar elegir un triunvirato para hacerse cargo del departamento de historia. Si un triunvirato no es usual para cumplir esas funciones, que uno de sus miembros sea un alumno, excede los límites de lo imaginable. Este "alumno codirector de un departamento universitario de historia" es un engendro burocrático inhallable en cualquier lugar del mundo.

Esta iletrada originalidad no es un mérito; estos hechos merecen figurar en una antología del disparate académico.

5) La gestión transformó el salón de actos del edificio de 25 de mayo en un centro cultural. Por su programación, ese centro se asemeja a una Unidad Básica Justicialista, que posiblemente sea tan agradable para el gobierno nacional como es de desagradable para muchos investigadores de la facultad: no conozco a ningún colega que participe.

Un alineamiento oficialista tan obsecuente es grave; lo muestra la historia de las universidades en el siglo XV, cuando sus profesores renunciaron al pensamiento soberano para ser útiles al poder político. Reaparece aquí una conexión de interés: "ponerse al servicio de" es un descenso al servilismo de la inteligencia. Es el afán del burócrata que desea hacerse un camino, pero no es el camino de la ciencia y la cultura.

En conclusión, las diferencias que mantengo con la gestión no son pequeñas. Son problemas esenciales tratándose de la facultad.

Desde otro punto de vista, observo que estas aclaraciones ayudan a que el funcionario me incluya en uno de los dos casilleros que sostienen, con espíritu maniqueo, su método taxonómico. Agradeceré que no se equivoque en esa diminuta tarea.



Carlos Astarita
Profesor de Historia Medieval
Director del Instituto de Historia Antigua y Medieval, José Luis Romero (FFyL-UBA)