“Creo que hay un hito más en la historia (...), ese hito más es la primavera camporista, 73-74. Este es un hito que me parece fundamental. Me parece fundamental en la historia de lucha, desde la Universidad. En el 73-74 pareció que las fuerzas populares podíamos reagruparnos, pareció que las fuerzas populares recuperabamos la Universidad, desde un lugar diferente. Se cometieron errores, que fueron eso, fueron errores; éramos todos muy jóvenes, pero a pesar de eso me parece que quedó algo válido porque mostró que en realidad era posible en aquel momento lograr algún reagrupamiento, y lograr ámbitos de discusión.
“Estoy mencionando la contradicción brutal, la contradicción brutal que signa a la UBA en ese momento. Por un lado, el modelo de Maciel, que habló María Teresa, que es efectivamente un modelo de avanzada en términos de educación popular. Cuando digo de avanzada, no quiero decir innovador, quiero decir que era un modelo de transformación profunda de la relación entre la Universidad y la sociedad. Era un modelo de reconocimiento que la distribución de saberes iba mucho más allá que nuestras propias narices en la torre de marfil. Esto entra en profunda contradicción con, digamos, la universidad oficial. Con la universidad oficial y con la carrera oficial, porque el departamento de Ciencias de la Educación tampoco en aquel momento incorpora esto curricularmente. La contradicción profunda que uno observa en este sentido, producto de lo que estamos diciendo...
“Pero la contradicción esta, a ustedes les puede sonar como algo absolutamente obsoleto, de pensar en esa contradicción. No es obsoleto, porque las contradicciones del hoy tienen su raíz en las contradicciones de aquel momento. La década del 60 fue para la Universidad de Buenos Aires, un momento fundante, se funda sobre este profundo quiebre. El 84, que pudo haber sido otro momento fundante, no lo fue.
“Y yo siento que este momento, año 2004, principios del siglo XXI es otro momento fundante. Quizás me equivoque, y me traiciona el deseo, mi ferviente deseo de que sea otro momento fundante. Pero en todo caso, si me equivoco, no me importa hacerlo aquí, en este grupo, porque evidentemente ustedes son el producto de todas las derrotas, ustedes saben a qué vienen, y digo, ser derrotado es honroso porque mantuvimos el honor, mantuvimos las ideas y todavía tenemos proyectos, somos capaces de pensar hacia adelante. Pero creo yo que es un momento fundante: salimos del diluvio neoliberal, como dice Atilio Borón, sobrevivimos el diluvio neoliberal, y sobrevivimos bien, no sobrevivimos con manchas vergonzantes que nos impidan seguir trabajando.
“Parece que ellos son los derrotados, pero como ustedes muy bien lo saben ellos no están derrotados, todavía. Yo creo que están en un momento de repliegue táctico y todo el tiempo tenemos destellos desde la oscuridad de ese repliegue táctico.
“Hay toda una línea de trabajo que se llama Universidad y territorialidad, que es una forma de obligar a la Universidad a redefinir, por lo menos como nosotros lo tomamos en nuestro proyecto de investigación, es una forma de obligar a la Universidad a redefinir su función social dentro de la sociedad. No da lo mismo trabajar en una Universidad en Finlandia, no da lo mismo trabajar en una Universidad en la Patagonia argentina, que trabajar en una Universidad que está a pocas cuadras del Bajo Flores, que tiene sedes en Avellaneda, etc. No da lo mismo, hay algo que tiene que ver con el espacio, pero cuando digo territorio digo algo más que espacio, digo territorio hablo de una construcción simbólica que hace la Universidad de cuál es su espacio, entonces cuando definimos qué territorio de la Universidad ya no es más la constitución de un determinado tipo de profesional, ya no es más el parecerse cada vez más a un modelo universal, y aceptamos que estamos acá, y estamos cerca del Bauen, y estamos cerca del Bajo Flores, estamos cerca de Barracas, y somos parte de ello, y somos parte de ciertos sectores de la sociedad, que no sólo no pueden, sino que tal vez no quieren entrar a la Universidad, y esto es algo que no pensamos en los 60, pensábamos que no entraban sólo porque no podían. Yo me voy convenciendo cada vez más que no entran porque no quieren, porque no encuentran aquí nada, entonces esto sería como una esterilización en sus acciones de cambio posible.
“(...) El sistema educativo fue uno de los más grave factores de endeudamiento externo en nuestro país durante toda la aplicación del modelo neoliberal. Uno de los sectores donde más dinero se gastó, dinero de la deuda, no dinero legítimo, fue para la producción de la reforma neoliberal de la educación básica. Y también en la reforma universitaria.
“(...) La Universidad es desde el siglo XII bastión de los sectores más poderosos que buscan alienarse, lo han logrado, con respecto a las necesidades de la gente. Argentina no es distinta respecto a esto, como ustedes seguramente saben la Universidad argentina data del siglo XVII, la Universidad de Córdoba fue fundada en 1613. Seguramente no lo sabían. No nacimos en el XIII, pero nacimos en el XVII, que tampoco fue un siglo popular. Para decirlo de una forma un poco graciosa. Sí tenemos gran experiencia en luchar contra estos modelos de Universidad, lo seguimos haciendo. Daría la impresión que en el siglo XXI también, aunque no empieza tan mal con respecto a las posibilidades que tenemos de seguir peleándola. Claramente hay que pelearla con la gente, no somos los dueños de la Universidad, no somos los dueños del nuevo modelo de Universidad, no nos pertenece y no podemos por lo tanto arrogarnos la opción de pensarlos sólo desde aquí.
“Me parece que con esto yo terminaría: tengamos claro que la Universidad no nos pertenece, aún cuando estemos en este momento ocupándola. Esta Universidad está parada sobre muertos, está parada sobre desaparecidos, está parada sobre desocupados, está parada sobre mucha gente, que yo no sé si quisiera estar aquí o no, no sé si les deseo estar aquí o no, no sé, quizás si la Universidad cambiara sí, así como es no sé. Pero sí estoy segura que si tenemos claro que la Universidad no nos pertenece, también tendremos claro que hay que construirla fuera de aquí, en otros lugares.”
“Estoy mencionando la contradicción brutal, la contradicción brutal que signa a la UBA en ese momento. Por un lado, el modelo de Maciel, que habló María Teresa, que es efectivamente un modelo de avanzada en términos de educación popular. Cuando digo de avanzada, no quiero decir innovador, quiero decir que era un modelo de transformación profunda de la relación entre la Universidad y la sociedad. Era un modelo de reconocimiento que la distribución de saberes iba mucho más allá que nuestras propias narices en la torre de marfil. Esto entra en profunda contradicción con, digamos, la universidad oficial. Con la universidad oficial y con la carrera oficial, porque el departamento de Ciencias de la Educación tampoco en aquel momento incorpora esto curricularmente. La contradicción profunda que uno observa en este sentido, producto de lo que estamos diciendo...
“Pero la contradicción esta, a ustedes les puede sonar como algo absolutamente obsoleto, de pensar en esa contradicción. No es obsoleto, porque las contradicciones del hoy tienen su raíz en las contradicciones de aquel momento. La década del 60 fue para la Universidad de Buenos Aires, un momento fundante, se funda sobre este profundo quiebre. El 84, que pudo haber sido otro momento fundante, no lo fue.
“Y yo siento que este momento, año 2004, principios del siglo XXI es otro momento fundante. Quizás me equivoque, y me traiciona el deseo, mi ferviente deseo de que sea otro momento fundante. Pero en todo caso, si me equivoco, no me importa hacerlo aquí, en este grupo, porque evidentemente ustedes son el producto de todas las derrotas, ustedes saben a qué vienen, y digo, ser derrotado es honroso porque mantuvimos el honor, mantuvimos las ideas y todavía tenemos proyectos, somos capaces de pensar hacia adelante. Pero creo yo que es un momento fundante: salimos del diluvio neoliberal, como dice Atilio Borón, sobrevivimos el diluvio neoliberal, y sobrevivimos bien, no sobrevivimos con manchas vergonzantes que nos impidan seguir trabajando.
“Parece que ellos son los derrotados, pero como ustedes muy bien lo saben ellos no están derrotados, todavía. Yo creo que están en un momento de repliegue táctico y todo el tiempo tenemos destellos desde la oscuridad de ese repliegue táctico.
“Hay toda una línea de trabajo que se llama Universidad y territorialidad, que es una forma de obligar a la Universidad a redefinir, por lo menos como nosotros lo tomamos en nuestro proyecto de investigación, es una forma de obligar a la Universidad a redefinir su función social dentro de la sociedad. No da lo mismo trabajar en una Universidad en Finlandia, no da lo mismo trabajar en una Universidad en la Patagonia argentina, que trabajar en una Universidad que está a pocas cuadras del Bajo Flores, que tiene sedes en Avellaneda, etc. No da lo mismo, hay algo que tiene que ver con el espacio, pero cuando digo territorio digo algo más que espacio, digo territorio hablo de una construcción simbólica que hace la Universidad de cuál es su espacio, entonces cuando definimos qué territorio de la Universidad ya no es más la constitución de un determinado tipo de profesional, ya no es más el parecerse cada vez más a un modelo universal, y aceptamos que estamos acá, y estamos cerca del Bauen, y estamos cerca del Bajo Flores, estamos cerca de Barracas, y somos parte de ello, y somos parte de ciertos sectores de la sociedad, que no sólo no pueden, sino que tal vez no quieren entrar a la Universidad, y esto es algo que no pensamos en los 60, pensábamos que no entraban sólo porque no podían. Yo me voy convenciendo cada vez más que no entran porque no quieren, porque no encuentran aquí nada, entonces esto sería como una esterilización en sus acciones de cambio posible.
“(...) El sistema educativo fue uno de los más grave factores de endeudamiento externo en nuestro país durante toda la aplicación del modelo neoliberal. Uno de los sectores donde más dinero se gastó, dinero de la deuda, no dinero legítimo, fue para la producción de la reforma neoliberal de la educación básica. Y también en la reforma universitaria.
“(...) La Universidad es desde el siglo XII bastión de los sectores más poderosos que buscan alienarse, lo han logrado, con respecto a las necesidades de la gente. Argentina no es distinta respecto a esto, como ustedes seguramente saben la Universidad argentina data del siglo XVII, la Universidad de Córdoba fue fundada en 1613. Seguramente no lo sabían. No nacimos en el XIII, pero nacimos en el XVII, que tampoco fue un siglo popular. Para decirlo de una forma un poco graciosa. Sí tenemos gran experiencia en luchar contra estos modelos de Universidad, lo seguimos haciendo. Daría la impresión que en el siglo XXI también, aunque no empieza tan mal con respecto a las posibilidades que tenemos de seguir peleándola. Claramente hay que pelearla con la gente, no somos los dueños de la Universidad, no somos los dueños del nuevo modelo de Universidad, no nos pertenece y no podemos por lo tanto arrogarnos la opción de pensarlos sólo desde aquí.
“Me parece que con esto yo terminaría: tengamos claro que la Universidad no nos pertenece, aún cuando estemos en este momento ocupándola. Esta Universidad está parada sobre muertos, está parada sobre desaparecidos, está parada sobre desocupados, está parada sobre mucha gente, que yo no sé si quisiera estar aquí o no, no sé si les deseo estar aquí o no, no sé, quizás si la Universidad cambiara sí, así como es no sé. Pero sí estoy segura que si tenemos claro que la Universidad no nos pertenece, también tendremos claro que hay que construirla fuera de aquí, en otros lugares.”
(*) Silvia Llomovatte: Fragmentos de su exposición en el 1º encuentro de Educación, el 31 de mayo de 2004, en el marco del Seminario Universidad, Proyecto Nacional y Estado, realizado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
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